SOBRE LA COBERTURA DE LOS «LINCHAMIENTOS» Y LA EDUCACIÓN 

El mes de abril comenzó con las pantallas televisivas plagadas de imágenes de “linchamientos” mientras las emisoras radiofónicas relataban morbosos detalles sobre el mismo tema. Conforme hemos podido apreciar, si bien el tratamiento de la información fue variado y excepcionalmente ha habido abordajes de rigurosidad e intercambio de opiniones desde distintas perspectivas, otros análisis sólo aportaron más fervor a un supuesto estado de conmoción que atravesaría un sector de la sociedad, cansado frente a los delitos, para plegarse a estas prácticas violentas que, como se dicho, son preestatales.

 Ante la muy repetida conclusión periodística de que “la ausencia de Estado” avalaría y hasta justificaría tales comportamientos –que incluso en un caso culminaron en el asesinato de un joven acusado de haber robado una cartera-, este Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión advierte que quienes difunden su mensaje laudatorio sobre estas acciones y comportamientos pueden influir en la población para que se sigan propagando conductas contrarias al paradigma de los derechos humanos vigentes en nuestro país que constituyen el fundamento de un sistema democrático. Dichas secuencias además habilitan el pensamiento de que son inocuas la discriminación y la estigmatización y que habría motivos y razones suficientes en determinadas circunstancias para permitir la vulneración de los derechos de otros/as ciudadanos/as.»

Por otro lado, ante la cantidad de reclamos llegados a este espacio por los conceptos discriminatorios sobre la escuela pública en la República Argentina, esgrimidas por el periodista Luis Majul el jueves 28 de marzo en el programa “Animales Sueltos”, conducido por Alejandro Fantino, que se emite por el canal América TV, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión adelanta algunas observaciones que próximamente extenderá en un informe más abarcativo:
Nos parece importante que en los espacios televisivos se hable no sólo del devenir de la educación sino también de la responsabilidad que tienen quienes difunden mensajes en los medios masivos de comunicación para señalar conceptos en relación al tema, en tanto, como comunicadores/as sociales, también ejercen un rol educcativo.
En ese sentido, en el segmento cuestionado, Alejandro Fantino, el conductor del programa instala la hipótesis de que una gran mayoría de periodistas que cobran buenos salarios no está especialmente interesada en lo que sucede en la escuela pública porque sus hijos van a escuelas privadas. Para desentrañar su hipótesis solicita la opinión de los periodistas Luis Majul y Tomás Bulat. Es entonces cuando las palabras del primero -de algún modo sostenidas con los gestos del segundo- tratan peyorativamente a la comunidad de niños/as, maestros/as y padres y madres que asisten a la escuela pública porque esa educación no sería apropiada. En este contexto la educación pública aparece sólo como una opción de descarte en la cual no parecieran incidir otros factores que no sean presupuestarios. Así, el discurso de Majul toma nociones perimidas y estigmatizantes como “el instinto maternal” que funcionaría en pos de una mejor educación de los hijos y rememora los fundamentos más fuertes del neoliberalismo respecto del achicamiento del Estado, otorgando a la escuela pública el rol de aparato que sólo ideologiza y/o “violenta”. No es casual que el periodista haya usado la expresión “piqueteros” para decir de qué se reciben los niños y niñas que allí asisten pues esa conceptualización, como ya lo hemos expuesto en otros informes, (1) en discursos como éste determina quiénes son aquellos/as que se enrolan del lado de la “ciudadanía” y quiénes del lado de la “anarquía”. Estigmatizando a los “piqueteros” de algún modo se reitera el binomio “civilización o barbarie”.
En este marco, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión manifiesta que este tipo de declaraciones contrarían los fundamentos de la Ley de Educación Nacional que plantea que ésta debe ser un bien común, sin discriminación alguna.
Por lo expuesto, reiteramos que es imperioso que los medios de comunicación eviten los discursos que naturalizan la discriminación y sobre todo si a través de ellos se está estigmatizando a niños, niñas y adolescentes.