Agosto 2009

jovenes-alcohol3 1) Objetivos

El presente informe del Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión[1] aborda las representaciones de las juventudes[2], en diversos programas informativos y periodísticos. Surgió a partir de la observación de distintos informes especiales emitidos en canales de aire y de televisión paga durante los meses de noviembre de 2008 y marzo de 2009. Esta muestra fue seleccionada en tanto llamaron la atención las representaciones que allí aparecían sobre las/os jóvenes ya que tendían a construir una imagen de las juventudes, ligada a la violencia y al abuso de alcohol y otras sustancias. El objetivo del presente trabajo es analizar y reflexionar acerca de los modos de representar a las y los jóvenes en momentos de esparcimiento y las posibles implicancias de ello en relación con los alcances del discurso televisivo.

2) Metodología

Se seleccionaron de manera indicativa cinco programas, emisiones segmentos e informes que conforman una muestra que permite dar cuenta de las características que tendió a asumir la representación de las juventudes en este tipo de programas hacia fines de 2008 y principios de 2009.

Los casos seleccionados son:

1) “La Liga”, Canal 11, 13/01/09.

2) “Policías en acción”: “Los buscaroña”, Canal 13, 12/11/08.

3) Informe “Ciudad sin control”, CN5, 02/02/09.

4) Informe “Violencia adolescente”, Canal 26, 25/03/09.

5) Informe “Impacto 9”: “Jóvenes en riesgo: Mucho alcohol y violencia”, Canal 9, 08/03/09.

Estos casos fueron analizados teniendo en cuenta el tratamiento de la información articulado sobre:

  • Modalidades de presentación y géneros.
  • Rol de los conductores y periodistas.
  • Efectos de edición y titulares.
  • Participación de especialistas

Asimismo, al realizar el informe se pudo observar que había casos recurrentes de discriminación por género y por lugar de residencia.

3) Marco teórico

Juventud, Juventudes:

Para desarrollar este punto, tomaremos como referencia algunas de las ideas desarrolladas por el sociólogo argentino Mario Margulis en el trabajo Adolescencia y juventud en América Latina[3] y la complejización de este concepto por parte de distintos colectivos sociales.

Tanto para este autor, como para otras perspectivas en relación a esta problemática, el concepto de Juventud alude a las identidades de ciertas clases de sujetos que se hallan en el interior de sistemas de relaciones articuladas en diferentes marcos institucionales como la familia, la escuela,  la fábrica, el partido político, etc. Y si bien, las categorías de edad y sexo, han sido utilizadas históricamente como base de las clasificaciones sociales; en la actualidad, la noción de juventud resiste a ser conceptualizada partiendo únicamente de la edad. De manera que no hay “juventud”, sino juventudes. Esta condición históricamente construida y determinada depende de diferentes variables como la diferenciación social, el género y la generación.

Hay diversos modos de ser joven: en las grandes ciudades, las juventudes son múltiples y cambian según las clases, los sitios donde viven, la generación a la que pertenecen y, en los últimos años, aparece un panorama más variado y móvil en cuanto a sus comportamientos, referencias identitarias, lenguajes, formas de sociabilidad, la procedencia, la etnia, la orientación sexual y/o identidad de género, si vive con VIH o sida, su condición de migrante, entre otras.

Por otro lado, la noción de “moratoria social” alude a un plazo concedido a determinada clase de jóvenes que pueden gozar de una menor exigencia, mientras completan su instrucción y alcanzan su madurez social y económica. Aunque el concepto tiene referencias históricas y sociales que datan del siglo XVIII -cuando comienza a perfilarse un sector juvenil como una capa social que goza de algunos privilegios-, hoy evoca la postergación del matrimonio y de la entrada a la actividad económica.

Asimismo se asocia con una definición implícita de juventud, que tiene su límite superior en la etapa en la que el individuo forma su hogar, obtiene sus propios ingresos y comienza una nueva unidad familiar. Esta moratoria no incluye a los más vastos sectores sociales, ya que la mayoría debe conseguir ingresos a temprana edad, no completa sus estudios y entra en la vida laboral y reproductiva con notable anterioridad a lo que lo hacen las/os beneficiarias/os de la citada moratoria. Por eso este concepto es complejo, en tanto supone la existencia de un espacio no reglado y algunos autores señalan que también podría reforzar los reclamos de orden y control. Asimismo, el desempleo que se multiplica en América latina plantea que entre las clases populares hay grandes grupos de jóvenes que no trabajan, ni estudian. Entonces, la naturaleza de su tiempo libre es distinta. Tienen tiempo para gozar y distraerse, pero a la vez es tiempo sin rumbo, ni destino previsible, mientras que la moratoria social habla de una juventud que dispone de tiempo libre, tiempo que la sociedad aprueba, avalando con indulgencia la libertad y la relativa transgresión de ese pequeño sector de la juventud, claro que no el del resto.

Construcción de la noticia y de la agenda social:

Los medios de comunicación masiva desarrollan un rol significativo en el establecimiento de la agenda social, a través de su práctica diaria de estructuración de la realidad social y política. Se entiende que la construcción de la agenda es un proceso social por medio del cual un conjunto de temas o problemáticas adquiere relevancia y se torna de “interés público”.

Resulta destacable, principalmente, la idea de “proceso” ya que lo que se pone en juego no es sólo la selección y jerarquización de los temas, sino también las perspectivas que se han de adoptar respecto de los hechos. De aquí, se advierte la necesidad de considerar el desarrollo de su elaboración y puesta en funcionamiento. En este punto es dable destacar que si bien es objeto de debate la real influencia que tienen los discursos mediáticos sobre las audiencias, resulta innegable su calidad de intermediarios simbólicos.[4] La producción de la noticia es un proceso que se inicia con un  acontecimiento. Pero no se debe entender el acontecimiento como algo ajeno a la construcción social de la realidad por parte de los sujetos, ya que son ellas/os en tanto ‘sujetos observadores’ quienes dan sentido a los acontecimientos.

Siguiendo a Tuchman “la noticia no espeja la sociedad”, sino que ayuda a constituirla como fenómeno social compartido, puesto que en el proceso de describir un suceso, lo define y le da forma. Es así como la noticia está definiendo y redefiniendo, constituyendo y reconstituyendo permanentemente fenómenos sociales.[5] En ese sentido, el lingüista Eliseo Verón señala: “en el análisis de los medios de comunicación se debe tener presente que los acontecimientos sociales sólo cobran relevancia en la medida en que los medios los elaboran”[6], por lo que la cuestión no reside en la subjetividad informativa, en tanto realidad construida desde una mirada particular, sino en continuar proclamando a los medios de comunicación como “reflejo de la realidad”. La importancia de esta aclaración radica en que los medios informativos influyen en la construcción de lo cotidiano y son el lugar en donde las sociedades producen aquello que tematizan como ‘la realidad’. En este sentido, los medios reproducen y transforman, legitiman o deslegitiman, lo que da lugar a una relación circular entre los medios y los temas.

Asumir esto implica considerar a los medios de comunicación como actores sociales, esto es, pues, reconocer que intervienen de manera activa en los procesos sociales, políticos y culturales de un país. Que actúan como mediadores entre la sociedad y la construcción de inteligibilidad sobre el mundo, a través de la materialización de los discursos que construyen y ponen a circular.

En ese contexto, los medios de comunicación son actores que tienen un acceso privilegiado al discurso[7] -en tanto ocupan espacios y posiciones de poder-, y como consecuencia de ello se pone en evidencia el rol fundamental que desarrollan en el proceso de construcción de visiones de mundo. Además, los medios en general, y en especial la televisión, reproducen ciertos parámetros sociales y culturales contribuyendo a la legitimación de un conjunto determinado de valores.

Estos procesos involucran un poder performativo de designación y nominación, y por ello es importante indagar aquellas categorías y representaciones que se emplean tanto para describir los hechos sociales como para caracterizar y clasificar a los distintos grupos o sectores de la sociedad.

Juventudes y medios de comunicación:

Históricamente las/os jóvenes se han distinguido por sus prácticas divergentes, por su irreverencia con los valores de la cultura dominante y por sus recurrentes cuestionamientos a las formas de la sociedad adulta.[8]

Desde los medios masivos de comunicación se construye una imagen de las/os jóvenes asociada a la euforia, la rebeldía, el sexo, el alcohol y las drogas. Todo esto contribuye a la construcción de la serie de estigmas[9] alrededor la condición de juventud. Esta categorización, o estigmatización, tiene como fin delimitar qué es lo que se puede esperar de una persona inscripta en tal o cual categoría. De modo que aquí es importante resaltar que el estigma se convierte en un actor fundamental que facilita la discriminación por reforzar el desarrollo de relaciones asimétricas que niegan derechos y reducen oportunidades a quien por sus diferencias se considera inferior. Entonces estigmatizar un grupo influye en la manera en que la sociedad lo percibe así como en cambiar las pautas de conocimientos.

Un instructivo realizado por el Área Queer de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA[10] explica que la construcción de representaciones en los medios de comunicación se basa en una lógica de producción de información que:

a) Focaliza en ciertos grupos la crisis de autoridad y control.

b) Construye perfiles por una combinación de rasgos y luego naturaliza este vínculo; por ejemplo, el vínculo entre pobreza y delito o entre sexualidad y promiscuidad en el marco de una política de exclusión social creciente.

c) Finalmente, convierte ese perfil en “problema” o amenaza potencial, para legitimar los reclamos de seguridad en la supuesta «peligrosidad» de los grupos y colectivos. Este proceso de construcción de perfiles de peligrosidad en relación con clase, razas, etnias, edades, identidades y expresiones de géneros y orientaciones y prácticas sexuales no normativas se conoce habitualmente como “criminalización”. Pero, simultáneamente, son las condiciones históricas y económicas (pobreza, desempleo, exclusión y persecución) las que «politizan» estos modos de producción de perfiles identitarios que formulan retóricas o gramáticas alrededor del vínculo entre desigualdad y diferencia que son experimentadas como inevitables. El caso más habitual en la actualidad es la construcción de situaciones de “pánico moral” alrededor de algunos grupos que son exhibidos, y luego construidos, como una amenaza, situación que legitima los reclamos de represión y orden, como es el caso de los y las jóvenes.

El Observatorio Contralor de Noticias Informativas sobre Jóvenes “en Situaciones de Delito”[11] explica: “Los medios producen marcos simbólicos que participan en las luchas ideológicas más amplias que configuran el orden y el equilibrio en contraposición con la crisis definida como inseguridad, crecimiento del delito, experiencia del riesgo y del miedo como condición persistente de la vida cotidiana. (…) De hecho, los medios suelen ser mencionados como un poder por la opinión pero también por su capacidad de convocar al orden, y en consecuencia, de formular advertencias respecto del desorden.” Al respecto, Silvia Delfino agrega: “cuando se criminaliza un grupo o un sector, los medios no necesariamente funcionan a través de enunciados explícitamente discriminatorios. Esto hace que la cultura de los medios no sólo pueda mercantilizar toda forma de subjetividad sino que, a su vez, sostenga este procedimiento de un aparente punto medio liberal y ecuánime”.[12]

Desde la psicología se puede ver que la adolescencia como crisis evolutiva implica hablar de la elaboración de importantes pérdidas relacionadas con la imagen corporal infantil y la desidealización de las figuras parentales, instancias que son acompañadas por sentimientos de rebeldía inestabilidad emocional y frustraciones. Para poder afrontar y sobrellevar estos cambios, las/os adolescentes otorgan un lugar privilegiado al grupo de pares, estableciendo fuertes lazos de amistad y camaradería, vínculos que se ofrecen como nuevos modelos identificatorios.

Según lo definen Nilda Neves y Alicia Hadsson en su libro Del suceder Psíquico[13]: “La representación de grupo tiene por función distribuir lugares para el yo y los otros, posibilitando la inserción en diversos vínculos interindividuales, como los mencionados por Freud: amistad, camaradería, sentido comunitario y amor a la humanidad”. De allí que sobreviene un profundo interés por llevar a cabo determinadas prácticas sociales que intentarán dar respuesta a los conflictos psíquicos.

La búsqueda de identidad se define como un complejo proceso durante el cual se lleva a cabo la adquisición de una progresiva autonomía, favoreciendo una representación de sí misma/o diferente al de etapas anteriores. Este proceso no es definitivo y continúa construyéndose a lo largo de la vida.

En líneas generales, éstos son algunos desarrollos conceptuales en torno a la adolescencia y las vicisitudes inherentes a esta etapa evolutiva. Ahora bien, considerando el tema que nos convoca, la imagen que se trasmite desde los medios sobre las juventudes, el consumo de alcohol y los ritos que se le asocian, representan prácticas mediante las cuales las y los adolescentes, encontrarían un modo de responder a sus propios conflictos. Si bien es sabido que esta sustancia psicoactiva actúa como depresor del sistema nervioso central, provocando conductas de desinhibición y euforia, en este trabajo consideraremos también otras variables relacionadas con la problemática.

Género y Juventud:

El concepto de género es definido como una construcción social, un producto de la cultura que establece qué es lo propio del varón y de la mujer, y de la relación entre ambos. Y se aprende a través de los procesos de socialización que se dan en la familia, el barrio, la escuela, la iglesia, la comunidad. El problema es que los significados del género, es decir, las imágenes, actitudes y comportamientos que la cultura define como propias del género femenino o del masculino, se establecen a partir del sexo, y por este motivo, parece que fueran naturales. Por ejemplo: las mujeres pueden gestar y parir, entonces la cultura asigna como rol «natural» el cuidado de los hijos. Como los varones históricamente han desarrollado la mayor parte de sus actividades en los espacios públicos, se dice que tienen condiciones naturales para hablar en esa esfera o para conducir a otros/as.  Se transforma en condición natural algo que es resultado de la educación y la socialización.[14]

Esta diferencia establece una relación estructural asimétrica que comienza en el seno materno y atraviesa todos los aspectos de la vida. Es más valorada, en distintas culturas, la llegada de un niño que la de una niña. Las niñas son preparadas e informalmente entrenadas para la maternidad. Para los niños su niñez no es el preámbulo de la paternidad. La socialización tiende al logro de la autoconfianza de los niños mientras refuerza en las niñas el sentido de responsabilidad por el cuidado a otras/os.[15]

La condición de género en esta etapa vital, es decir ser joven varón o ser joven mujer, cambia notablemente la manera de ser en el mundo, por la relación asimétrica existente entre los géneros. Algunos ejemplos que podríamos mencionar tienen que ver con:

  • La iniciación sexual,
  • Los métodos anticonceptivos,
  • el embarazo adolescente,
  • comportamientos en las salidas nocturnas.

Es decir que mientras se espera, y está bien visto, que para el varón la actividad sexual sea  una competencia entre sus pares, para las chicas, es, en el mejor de los casos, una oportunidad de intimidad y aprendizaje sexoafectivo con alguien de su especial elección. Asimismo, generalmente se espera que la adolescente -o mujer joven- se ocupe del método anticonceptivo en las relaciones sexuales y, en el caso de un embarazo, es ella quien asumirá las consecuencias de sus decisiones. Mientras que el varón pareciera poder optar entre hacerse o no cargo de la situación.

En cuanto a la expectativa respecto al consumo de alcohol, drogas y comportamiento violento, el mismo se “naturaliza” cuando los protagonistas son varones. Esto es debido a los estereotipos de género que definen al varón como agresivo, dominante y fuerte, en oposición a los   asignados al género femenino; por lo tanto los comportamientos violentos no son esperados para ellas, interpretando estas conductas de manera bien distinta para unos y otras.

4) Análisis de contenido

Como se ha señalado en el apartado metodológico, el análisis de contenido se centró específicamente en cuatro ejes:

a. Modalidades de presentación y géneros.

b. Rol de las/os conductoras/es.

c. Efectos de edición y titulares.

d. Participación de especialistas.

Además, luego del análisis, se consideró necesario realizar dos apartados sobre  especificidades de cuestiones de género y discriminación debido a la aparición de elementos que podrían conllevar imágenes estereotipadas de algunos grupos.

e. Desigualdad de género.

f. Discurso discriminatorio por lugar de residencia.

a. Modalidades de presentación de los programas

Para introducir el análisis es necesario detenernos, en primer lugar, en la modalidad elegida por estos programas para mostrar a las juventudes ya que, en su mayoría, recurren a la cámara testigo.

Esta modalidad muchas veces es denominada docu-reality y fusiona el reality show con el documental con una intención periodística. Este género intenta provocar el efecto veracidad de los hechos a partir de dar la sensación de que la cámara “encuentra” los sucesos que se exhiben y que no se trata de algo buscado o construido -Las cámaras salen a buscar la “realidad”-. Este género suele abordar temas de preocupación social o conflictos relacionados a hechos reales o sucesos que son reconstruidos.

En el caso de Policías en acción se presentan escenas y situaciones como si fueran de la “vida cotidiana” captadas desde una cámara objetiva con imagen y audio abiertos, sin presentaciones o comentarios de conductores, sólo un reportero que recorre las calles. Los informes, así, están narrados por una voz en off que guía las imágenes y la participación de una especialista que explica los fenómenos que se exhiben. Esta aparente ausencia de edición (luz natural, sonidos captados por micrófonos de las cámaras) busca reforzar la idea del programa como una ventana a la realidad.

En los casos del informativo de C5N o del programa Impacto 9 se utiliza la misma modalidad, pero con mayores efectos de edición y con la presentación del conductor/periodista que consulta a especialistas desde el estudio. En estos programas el objetivo de generar -efecto verdad- se refuerza con comentarios de los conductores:

  • “Hoy van a ver imágenes increíbles que tomaron tres equipos de C5N cuando en la madrugada del miércoles y del sábado salimos a recorrer las calles de esta ciudad de Buenos Aires y también de San Bernardo y nos encontramos con la realidad que te golpea, que te abofetea (…)”
  • Impacto 9 salió a la calle para ver qué pasa con los jóvenes.”

En el caso de La Liga se toman elementos de docu-reality, pero en el que el conductor recorre la noche junto a un grupo de jóvenes, entrevistándolas/os, así como a sus padres y/o madres y a varios especialistas. Esto otorgaría una pluralidad de voces y visiones. Asimismo, generan la sensación de penetrar más profundamente en las costumbres y códigos juveniles.

El último programa -informativo de Canal 26– recurre a la utilización de imágenes de archivo para ilustrar y describir hechos que narra el periodista que poco tienen que ver con las escenas de pelea y violencia que se exhiben, lo cual refuerza y otorga mayor dramatismo a la temática.

Con esta introducción queremos destacar que no es azarosa la forma en que se exhiben los hechos y que, en estos casos, sólo se presentaría una parcialidad de lo que constituyen las juventudes en nuestro país. Con la pretensión de recorrer la noche y mostrar las costumbres y formas de diversión de los jóvenes se realiza un recorte que no reconoce la heterogeneidad que conforma a estos grupos. En este sentido, no puede desconocerse que en los materiales que aquí se analizan el/la emisor/a realiza una selección del contenido audiovisual que presenta, un recorte que representa al grupo, y decide hacerlo a través de imágenes que ilustran la violencia, la falta de limites y de proyectos.

Como ya se adelantó en el marco teórico, cada vez que nos acercamos a productos como los recientemente descriptos, tenemos que partir de la consideración de que éstos siempre responden a una línea editorial -lógicamente organizada- que selecciona y prioriza los elementos que se muestran. Por esto, no debemos olvidar que los acontecimientos que se presentan no son ajenos a la construcción social de la realidad por parte de los sujetos, ya que los medios en tanto ‘actores sociales’ son quienes dan sentido a los acontecimientos.

b. Rol de los/as Periodistas/Conductores/as:

 

En la presentación de un producto televisivo el papel del/la conductor/a, el/la periodista o reportero/a tiene una importancia fundamental a la hora de ordenar, guiar y valorizar los contenidos o temáticas que se abordan. En este sentido, pueden reforzar positiva o  negativamente los materiales que se exhiben en imágenes. En el caso particular de los/as periodistas el compromiso es aún mayor ya que como establecen varios códigos de ética periodística existen valores esenciales a los que deberían adherirse. Por ejemplo, a la búsqueda de la verdad, a resguardar su independencia y a dar un tratamiento honesto a la información. Asimismo, son objetivos irrenunciables para el/la periodista el rigor y la precisión en el manejo de datos con el fin de alcanzar una información completa, exacta y diversa. La distorsión deliberada jamás está permitida.[16]

El programa Policías en acción desarrolla una emisión titulada “Los buscarroña” en la que aborda la temática de la violencia juvenil. El reportero que recorre distintas  locaciones  bailables de la provincia de Buenos Aires generalmente se restringe a hacer preguntas a los jóvenes que se encuentran en el lugar, sin brindar informaciones ni realizar análisis que concluyan en afirmaciones acerca de la problemática. De esta manera supuestamente “deja hablar a los protagonistas”, mientras que en realidad se produce una selección que restringe a estos “protagonistas” a aquellos que se encuentran en estado de ebriedad. Por esto, las condiciones están dadas para que las imágenes ilustren lo que adelanta la titulación: “Los buscarroña”.

Por su parte, el reportero que entrevista a jóvenes y policías en la noche de San Miguel apunta las preguntas directamente hacia la cuestión de la violencia juvenil. En un caso llega a preguntar: “¿Sos capaz de matar a alguien de un ladrillazo?” a lo que un muchacho en estado de ebriedad responde: “De frente march, de frente march…”[17]. En otro momento un niño intenta agredir a un chico que se identifica como “flogger” y el periodista, siguiendo su lógica de interrogación, le pregunta: “¿Hay que pegarle a los floggers?” De modo que ante el hecho consumado, el cronista sólo espera la reafirmación de los protagonistas, pero no ahonda en causas explicativas. De este manera, las preguntas de este informe buscan confirmar lo que se ve en imágenes y, a diferencia de lo que hacen sus colegas en los otros programas elegidos, siempre desde la voz de los/as jóvenes protagonistas.

El programa de C5N titulado “La ciudad sin control” presenta un informe en el que se abordan distintas situaciones en la que los/as jóvenes parecerían estar fuera de control: una pelea a la salida de un local bailable en Costanera Norte, las “previas”[18] que se realizan en San Bernardo como lugar de veraneo y las salidas de los/as jóvenes en esa localidad balnearia.

Desde el comienzo la intervención de la locución se orienta hacia la búsqueda de explicaciones: “¿Por qué suceden estos hechos que incitan a los jóvenes a agredirse? ¿Cuántas normas contravencionales se violan sin que nadie haga nada? Una ciudad sin control, donde la falta de límites parece ser el factor común y pone en riesgo la propia vida de los jóvenes. Una ciudad sin control”.

Aquí, el informe no sólo se centra en las actitudes de los y las jóvenes, sino también en las responsabilidades de organismos del Estado, familias o adultos/as a cargo, apelando a la falta de límites y control. En el mismo sentido, Andrés Klipphan presenta el informe de la siguiente manera: “Vamos a hablar de violencia, de falta de límites, de descontrol, de justicia, pero también del rol de los padres y del Estado”.

De esta manera, el periodista asocia las caracterizaciones de la violencia, de la falta de límites y el descontrol con la juventud. Sin embargo, se muestran de forma exclusiva los hábitos de ciertos grupos en momentos de distensión como las vacaciones y las salidas nocturnas, de manera que sólo se exhibe una parcialidad de las actividades que desarrollan los/as jóvenes como grupo social amplio. Desde aquí no intentan justificarse de ninguna manera los hechos de violencia a los que el informe refiere, pero sí se considera fundamental que éstos sean contextualizados y que se evite englobar a todos los grupos juveniles dentro del mismo marco.

En el caso de Impacto 9, el conductor del programa es al mismo tiempo quien realiza las notas en exteriores. Al igual que en los programas anteriores, sale a “recorrer la noche” limitándose al espacio de los locales bailables. En este contexto, entrevista a jóvenes de los alrededores de los locales y presencia varias peleas. Aquí se observa la misma modalidad de entrevista que en el programa Policías en acción en donde ante el hecho consumado, el periodista sólo pregunta para afirmar desde la voz de los/as  protagonistas. De esta manera, inquiere a un paramédico -que atiende a un chico golpeado- acerca de lo sucedido, consultándole si los hechos de esta naturaleza son frecuentes. El periodista formula preguntas tales como: “Trabajo nunca falta en este caso ¿no?”, buscando sólo la afirmación del interlocutor.

El periodista se acerca a las/os jóvenes, no desde el rol de entrevistador, sino adoptando una postura cómplice y de esta forma inquiere: “¿Qué hay ahí? ¿Hay droga?” Uno de los chicos aludidos, tras ser tomado por la cámara, sonriendo afirma: “Sí, hay ¿Querés que te muestre?”. El periodista prosigue en la misma línea: “¿Para armar cuánto hay?” Esta postura del entrevistador, más que indagar acerca de las costumbres de los jóvenes parecería jugar a manejar los mismos códigos que la juventud para obtener información que no refleja la complejidad del grupo que se intenta representar. Con este mismo estilo, el periodista se acerca a un grupo de chicos y chicas que se encuentra bebiendo alcohol en la calle y cierra el segmento afirmando “Es la juventud de ahora”.

Contrariamente al tipo de construcciones que el periodista formula aparece en el informe la declaración de un muchacho que luego de ser golpeado, concluye a las  cámaras: “La gente no quiere ver esto. Vos querés salir tranquilo pero si te ponés a ver es un desastre”. Su comentario es la contracara del estilo que se otorga al segmento que parece abonar la idea de que los jóvenes se sienten plenos con estas formas de diversión.

En el caso del documento “Violencia Adolescente” de Canal 26 se percibieron algunas diferencias ya que desde el comienzo se marca la existencia de distintos modelos adolescentes: “No sólo a los que destruyen, sino a los que construyen”. Avanzado el informe, arroja datos estadísticos que señalan a la violencia juvenil como consecuencia de la falta de límites por parte de los padres y con la exacerbación del consumo de alcohol propuesta por los medios de comunicación. Tanto el conductor, como las panelistas que lo acompañan, comentan esta problemática social desde un rol descriptivo y explicativo pero que por momentos incluye opiniones abiertamente subjetivas. En este informe tal vez el punto más cuestionable está dado por las imágenes que ilustran el relato, aspecto que se desarrolla en el siguiente apartado.

El formato de La Liga incluye un mayor número de cronistas en móviles y de cámaras, de manera que presenta la temática de los/as jóvenes y el alcohol desde una multiplicidad de visiones. Los/as conductores/as incluyen el humor y la ironía como pautas de estilo y sobre esa base en determinados tramos se presentan con ligereza o liviandad ciertas cuestiones relacionadas con las juventudes actuales. Por ejemplo, uno de los conductores presenta el informe diciendo: “Parecen chicos ¿no? Sin embargo ya cambiaron el vaso de chocolatada por uno de alcohol”; y más adelante: “Hoy en La Liga te vamos a mostrar hasta dónde pueden llegar los jóvenes y el alcohol en una noche de diversión”.

Del mismo modo, otro de los cronistas en móviles refiere a la temática desde una generalización que logra un efecto de mayor dramatismo pero no aborda en profundidad el tema: “¿Por qué la diversión se mide en vasos? ¿Qué toman? Al parecer el alcohol es el ingrediente ideal para tener una noche de marcha. Te desinhibe, te hace más sociable, te hace pertenecer y aparentemente está todo bien. El alcohol es una droga legal”.

En general, se observa que el rol de las/os periodistas se ubica más del lado del entretenimiento que de la información, y que la dramatización y las generalizaciones son más frecuentes que la investigación profunda. En otros tramos se ofrecen datos   estadísticos a través de la voz de una de las cronistas: “Según las estadísticas el 40% de los menores de 14 años, ya consume bebidas alcohólicas y el porcentaje aumenta hasta un 85% en los de 19”. También se otorga voz a “los padres” como grupo social involucrado en la problemática.

De modo que, más allá del tono ligero que revisten en el programa algunas problemáticas relacionadas a las juventudes, aquí se realiza un acercamiento más enriquecedor desde múltiples posturas: psicología, sociología, los padres y madres que en muchos otros casos están ocultas.

Argumentaciones equívocas

A lo largo del análisis del material resultó también significativa la presencia de  argumentaciones y razonamientos confusos por parte de los responsables de transmitir la información: conductores/as, periodistas, colaboradores/as, cronistas y las producciones de los programas e informes.

En el nivel del análisis del discurso, los razonamientos de este tipo se denominan “falacias no formales”, en tanto constituyen “razonamientos que, aunque incorrectos, son psicológicamente persuasivos”[19]. En la mayor parte de los casos estas argumentaciones no válidas o incorrectas suelen darse porque las premisas del razonamiento no resultan adecuadas para justificar la conclusión a la que se pretende llegar o bien porque la polisemia del lenguaje provoca que los significados de las palabras o frases sean interpretados de diferente manera en el curso de un razonamiento que, por ello, se torna falaz. Según Irving Copi la eficacia persuasiva de estas argumentaciones se basa en la sensación de “atinencia psicológica” creada por la dimensión expresiva del lenguaje, empleada para suscitar distintas emociones en el destinatario del mensaje.

En tal sentido, uno de los argumentos periodísticos frecuentes recurre a conmover emocionalmente para conseguir que se acepte una idea o una conclusión. Esta es una  falacia de “apelación a la piedad” y puede observarse cuando Andrés Klipphan (C5N) se aparta de su rol de periodista y conductor del programa para posicionarse como padre de familia o para apelar a la identificación del destinatario adulto con los jóvenes que muestra el documento: “¿Qué queda para nosotros los padres, que formamos parte de esta  sociedad, y son nuestros hijos a los que están golpeando y los que están pegando?”; o “Podría ser su hijo el que esté tirado ahí en el piso…”.

Asimismo, en los informes se producen falacias de generalización apresurada cuando sobre un caso atípico o excepcional se elabora rápidamente una regla que pretende ser aplicada a todos los casos. Por ejemplo, el colaborador de C5N dice con respecto al caso del adolescente Gonzalo Abdala que: “Si hubiese habido una piedra lamentablemente hubiésemos visto otro caso Malvino”. Clemente Cancela, de La liga, utiliza el mismo recurso al expresar que: “La diversión se mide en vasos (…) te desinhibe, te hace ser más sociable y aparentemente está todo bien. Es una droga legal”. Una de las panelistas de Canal 26 sostiene que: “En general los chicos violentos vienen de un hogar difícil o con algunos inconvenientes y vuelcan su violencia…”. El conductor del programa apoya esa  construcción cuando interviene y pregunta (en off): “Pero ahora, cuando vemos chicos violentos en las escuelas y después son violentos en los boliches es porque también han sido o son violentos en casa ¿no?”

También se recurre a las falacias de causa falsa, que se manifiestan  rincipalmente de dos maneras. Por un lado, se producen al tomar como causa de un efecto algo que no es su causa real (non causa pro causa). Esto ocurre cuando el conductor del programa de C5N comenta: “Los chicos mismos expresaban la falta de proyectos y por eso inventan la mamadera con alcohol”; o cuando una panelista de Canal 26, dice: “Si tu tatarabuelo  racticó el ‘alpedismo’ (sic) y tu familia lo practicó, es muy difícil que a uno le surja no hacer eso”. En La liga, uno de los cronistas pregunta: “¿Es verdad que las chicas son capaces de tener sexo por un trago?”.

Por otra parte, se cometen estos razonamientos equívocos al inferir que un hecho es causa de otro sólo porque el primero es anterior al segundo en el tiempo (post hoc  ergo propter hoc). Este es el caso del comentario del colaborador de Andrés Klipphan (C5N): “Esta investigación periodística demuestra que por un lado tenemos la previa, que todo es alegría, diversión y desinhibición y por otro lado diez horas después esa alegría se transforma en una violencia imparable” y de las expresiones vertidas por la locución en off sobre el tramo final del informe “Jóvenes en riesgo” (Impacto 9): “Entre la previa y el boliche los chicos toman varios litros de alcohol. De ahí a los hechos de violencia hay sólo un paso”.

Llegado este punto resulta oportuno agregar que estas construcciones argumentativas difícilmente se encuentran como tipos puros dentro del discurso, como habrá podido observarse. Es por ello que el mismo razonamiento puede contener falacias de distinto tipo o ser clasificado dentro de dos o más categorías de falacias.

Por otra parte, en los ejemplos analizados encontramos que las falacias de causa falsa se presentan también con variaciones donde si bien la causa que se adjudica a un fenómeno podría no ser equivocada, sí es presentada como la “única” causa, desestimando de esta manera la multiplicidad de factores que necesariamente inciden en problemáticas complejas como el abuso de alcohol o la violencia.

Otra modalidad que suele asumir un argumento falaz es la de la pregunta  compleja. Esto es la formulación de una pregunta expresa que incluye otra pregunta implícita, que no ha sido explicitada. De modo engañoso busca que la respuesta a la pregunta expresa responda a su vez a la pregunta implícita. En los segmentos examinados se registra lo que podríamos llamar “variantes” de este tipo de razonamientos, tales como las preguntas o comentarios inductores y preguntas retóricas, a través de los cuales los periodistas buscan introducir temas de conversación que no surgen espontáneamente de los entrevistados, orientar las respuestas de los mismos y lograr así la confirmación de sus propias aseveraciones, tal como se ejemplificó en párrafos anteriores.

Finalmente, otra muestra de ello se registra cuando el periodista de Impacto 9, al dialogar con un joven agredido, es él mismo quien introduce la idea de la “revancha” hacia el o los agresores: “Viejo, cuidate, tranquilo. No vayas a buscar revancha. Quedate piola que ya está”. El chico, que no había hecho mención previa a conceptos de este tipo, ahora responde: “Revancha va a haber”.

Fuentes de la información

En líneas generales se verifica que la información y los datos que se brindan carecen de referencias a las fuentes. En tal sentido entendemos que la mención de las fuentes hace a la calidad de la información y constituye al mismo tiempo una buena práctica periodística.

En el informe “Jóvenes en riesgo” del programa Impacto 9 la locución en off manifiesta: “El consumo de alcohol a temprana edad deja secuelas irreversibles en el cerebro. Sus efectos potenciales a largo plazo incluyen trastornos de aprendizaje, fallas permanentes de la memoria, dificultades para el autocontrol y aumenta cinco veces la propensión al alcoholismo en la adultez”. Si bien resulta positivo que se informe sobre algunas de las consecuencias perjudiciales del consumo de bebidas etílicas, es de señalar la completa omisión de las fuentes de estos datos.

En el informe “La ciudad sin control” (C5N) el colaborador del programa, además de cometer una falacia de causa falsa al establecer una relación unicausal y directa entre el consumo de alcohol por parte de los jóvenes y la comisión de delitos graves como el homicidio, se refiere con vaguedad hacia las fuentes que sustentarían una aseveración de tal magnitud: “Los últimos hechos policiales del último mes, vinculan directamente: homicidios, jóvenes y alcohol”.

c. Efectos de edición y titulares

Con relación al tratamiento audiovisual cabe destacar que los ritmos, los planos, los colores y los elementos sonoros son aspectos que pueden reforzar la información. Todos estos programas e informes pretenden mostrar el material de manera tal que despierte el interés del/a espectador/a y lo/a convoque a observar detenidamente. Para ello, el/la emisor/a no sólo realiza una selección del material a partir del contenido audiovisual que presenta, sino que también intenta sumarle elementos que permitan causar un mayor impacto en el público -reiteración de dichos o hechos, utilización de graffs y sonidos agregados que enfatizan la carga dramática los segmentos-.

Por ejemplo, los textos o sobreimpresos sobre las imágenes tienden generalmente a reforzar la idea principal de la información o alguno de sus elementos más relevantes. A continuación: se citan algunas muestras de ello:

En Impacto 9 Los separadores oscilan entre las siguientes frases: “Hay droga…”; “Hay chicas que se pelean…”; “Hay alcohol…”; “Mucho alcohol…” y “Jóvenes en riesgo. Mucho alcohol y violencia”.

  • En La Liga: “El último trago”; “Los anti-alcohol”.
  • En Canal 26: “Padres culpables por la violencia adolescente”; “Culpan a padres por falta de límites”.
  • En C5N: “Ciudad sin control”; “Alcohol, descontrol, golpes”; “Descontrol en la costa ¿y los padres?”; “Así comienza todo”; “Jóvenes sin límites ¿y los padres?”.

Los temas que recorren los informes giran en torno a las costumbres de las/os jóvenes especialmente centrados en la violencia y el consumo de alcohol. Así, el énfasis puesto en la violencia, el descontrol, la falta de límites y el consumo de sustancias está plasmado no sólo por las imágenes, sino por los titulares y sobreimpresos utilizados que anclan el sentido de las mismas.

En este punto resulta importante destacar que las imágenes que ilustran los informes pertenecen en su mayoría a las cercanías de locales bailables, lugares de veraneo y otras situaciones en las que los/as jóvenes generalmente se distienden. Una vez más, aquí no se intenta justificar los excesos o la violencia que se muestran en pantalla, sino destacar que dichos recortes conllevan a una visiónparcializada a partir de la cual pareciera que las juventudes sólo se divierten desde el alcohol y la violencia, desconociendo la heterogeneidad de sus actividades productivas y recreativas.

También desde el tratamiento audiovisual aparece un recorte que refuerza una visión parcializada de estos grupos. A partir de la reiteración de tomas, la velocidad, la coloración y el tipo de planos se logra crear ambientes y relatos deseados por las producciones de estos programas. Así, estos “productos” recreados y ficcionalizados se encuentran lejos de resultar representativos de la compleja totalidad de aspectos que componen la realidad que vivencian las y los jóvenes y que poco tienen que ver con la realidad -o al menos no con toda la realidad-.

Para el desarrollo de este punto es fundamental señalar que los informes son textos construidos por los equipos de realización. “La presencia de las cámaras influye en el curso de los acontecimientos”.[20] En la exhibición de un texto televisivo siempre se da una selección al aislar un fragmento que será televisado -en este caso las formas de “diversión juveniles”-, en donde también importa la forma en la que son presentadas las imágenes y el audio.

En el programa de C5N, por ejemplo, para la presentación del informe se muestran las siguientes imágenes acompañadas por una voz en off:

  • Imagen de una chica tirada en la calle, aparentemente se habría quedado dormida allí.
  • Locución: “Violencia” / Imágenes de una pelea en una estación de servicio.
  • Locución: “Drogas” / Imagen de dos chicos tirados en la calle a quienes se acerca un policía /
  • Imágenes que muestran a personas descompuestas.
  • Locución: “Alcohol” / Imagen de varias fiestas privadas en las que jóvenes beben desde mangueras y embudos.

Seguidamente se presenta la primera parte del informe que refiere al caso de un joven que habría recibido una golpiza a la salida de un local bailable de Costanera Norte, en la ciudad de Buenos Aires. El desarrollo de este tema presenta -de forma intercalada- comentarios de los presentes en el estudio e imágenes y audio registrados en el momento del hecho.

En este caso particular, resultó altamente llamativo el profuso empleo del recurso de reiteración de imágenes que muestran al joven agredido yaciendo en el suelo y recibiendo los golpes de puño y las patadas que le propinan cuatro varones y una joven. En tal sentido fue posible contabilizar que, de los veinte minutos de exposición que obtiene el tema, se registra en los primeros diez minutos la reiteración de las tomas[21]de la golpiza al menos 53 veces. Ello arroja un promedio de cinco reiteraciones de las diferentes tomas por cada minuto.

Las imágenes reiteradas, a su vez, cuentan con una amplia variedad de efectos técnicos de post producción que refuerzan la crudeza y violencia del material, entre los cuales se destacan:

  • reiteración en cámara lenta;
  • reiteración con efecto de congelado;
  • reiteración en blanco y negro;
  • reiteración con zonas visuales destacadas mediante efectos de edición;
  • acercamientos de cámara;
  • tomas de las mismas acciones desde diferentes ángulos;
  • subtitulado del audio.

El informe de Impacto 9 comienza con tomas nocturnas de peleas callejeras. Se reiteran las imágenes de chicas y chicos golpeándose y a la llegada de un patrullero. El periodista concurre a la entrada de locales bailables para observar las formas de diversión juvenil y se acerca a alguno de los heridos y atendidos por la asistencia médica y los entrevista. De esta manera el periodista “recorre la noche” y se presentan las imágenes con las que se habría “encontrado”, destacando y repitiendo aquellas que contienen mayor carga de violencia o polémica. Por ejemplo: imágenes de chicos colgados de un poste de la luz, de otros pegándose, de otros vomitando, con fondo de música de rock.

En el caso del joven golpeado atendido, por el paramédico, el segmento es dividido y reiterado en varias partes del informe, al igual que el muchacho que confiesa fumar marihuana y la exhibe a cámara y que las peleas entre chicas. La exposición de estas escenas sumadas al modo cómplice con el que el periodista se acerca a los/as jóvenes pretende otorgar la sensación de naturalidad de estas situaciones entre los/as jóvenes.

Respecto del informe de Canal 26, del programa “Tomalo con calma”, es necesario destacar que las imágenes que se utilizan para ilustrar la temática acerca de la Violencia Adolescente son imágenes de archivo. En este sentido, nada tienen que ver con los hechos que se narran en el piso, imágenes borrosas de fuertes peleas callejeras entre mujeres jóvenes que en algunos casos llevan uniformes escolares. Luego de esto, el periodista anuncia que se hablará de “los adolescentes que construyen y los que destruyen, de unos y otros”, de la venta de alcohol, de la crisis de familia y de qué es la reingeniería familiar.

Entonces, para representar visualmente las temáticas anteriormente expuestas, la producción se sirve de imágenes caseras, aparentemente tomadas de internet, que no especifican tiempo ni lugar a las que pertenecen. Cabe mencionar que los actos de violencia se reiteran en varias ocasiones, siempre apreciándose una desigualdad de condiciones entre la agresora y la víctima y en los que se visualizan patadas, golpes de puño, tirones de pelo que se repiten de modo sucesivo. En este sentido, si bien la temática abordada es más amplia, se construye visualmente un segmento que enfatiza la violencia juvenil, pero que en este caso ni siquiera explicita el lugar de procedencia de las imágenes.

En el programa de La Liga se realiza un recorrido por distintos sitios de concurrencia y diversión juvenil además de presentar distintas voces de los/as implicados/as. Dentro de esta heterogeneidad de visiones se expone en varias ocasiones el recurso de polarizar entre dos posturas.

En un primer momento, la pantalla está dividida, en la parte inferior se ve a un chico y una chica tomando primero un vaso de leche y luego algo en uno de trago largo. En la parte superior se registran vasos en los que se vierte líquido y a un costado, el conductor presentando el programa. A través de esta pequeña edición ya se observa un primer efecto de polarización, en tanto pareciera decirse que de la leche se pasa directo al alcohol. Enseguida se lee una placa que, con tono irónico señala: “El último trago” y se suceden imágenes como una mano retirando unos hielos de una cubetera; otra sirviendo bebida blanca en un vaso, un chico en la calle que parece borracho. Otra placa sostiene: “Los Antialcohol”. En dicho fragmento se asiste a una polarización extrema entre los chicos que toman y los que no.

Se suceden nuevas imágenes de jóvenes bebiendo tequila en un bar que parecen abonar la opinión: “Yo me puedo llegar a hacer 15 en una noche. Termino destruido eso sí, pero no me importa nada”. Otro de los chicos en estado de ebriedad, confiesa que además se fumó un par de “caños”[22] (efecto blureado). En el otro extremo -apelando a una fuerte polarización- se presenta a jóvenes de la Acción Católica de Lomas de Zamora. La locución en off señala: “Estos chicos no son extraterrestres, salen de noche y se divierten, piensan que no es necesario tomar alcohol para divertirse”.

De esta manera, el programa construye la idea de dos polos distanciados, sin puntos medios, los que toman los que no toman, leche o alcohol, lo bueno lo malo, como las únicas formas posibles de ser de las juventudes. En este sentido al presentarse los extremos de la cuestión siempre terminan generándose la ilusión de aquello que está bien y aquello que está mal, lo divertido y lo aburrido, diluyéndose la riqueza de otras variables.

Musicalización

En el informe transmitido por C5N, Ciudad sin Control, se utiliza una cortina musical instrumental que otorga dramatismo a las imágenes que se exhiben -cuya selección y edición ya es dramática de por sí-. En las sucesivas repeticiones de escenas de pelea entre jóvenes se expone el tema musical “Ultraviolento” de los Violadores. Asimismo la voz en off que describe las imágenes también utiliza un tono duro y expresa frases tales como: “Falta de límites, miedo y control”.

En el informe de Impacto 9 se apela al mismo recurso de una voz en off con un tono dramático y de gran crudeza describe las imágenes que se exhiben. Asimismo, las imágenes están musicalizadas con un tema de Marilyn Manson. En este punto es necesario remarcar que muchas de las letras de este artista han sido asociadas (erróneamente) a la apología de la violencia entre jóvenes. En otro momento del informe, el reportero entrevista a un joven que parecería estar consumiendo marihuana y en este contexto suena un tema de Bob Marley, melodía que se asocia prejuiciosamente al consumo de esta sustancia. A partir de estos ejemplos se observa un tratamiento ligero, prejuicioso y superficial de temáticas complejas.

A modo de conclusión se estima que a partir de las situaciones descriptas intenta englobarse a través de una serie de características marcadas al grupo caracterizado como “juventud” y se lo representa desde imágenes que exhiben violencia, descontrol y falta de límites. Características que además son reforzadas por titulares, sobreimpresos y locuciones en off. Esta representación da lugar a la creación y refuerzo de estereotipos, que van más allá de la mera categorización e incluyen rasgos de personalidad, emociones, aficiones, gustos, que se cree que comparten los miembros de un grupo.

De esta manera se advierte sobre la conjunción de estos elementos que colaboran con el discurso que tiende a instalar y naturalizar un sentido común respecto a los sectores juveniles como violentos, descontrolados, sin valores o proyectos que entiende que esta acción puede resultar agraviante para estos grupos sociales.

 

d.  Participación de especialistas

Policías en acción

En el progama participa la Dra. Graciela Moreschi, médica psiquiatra, sin embargo se percibe que su participación es un recorte de un discurso explicativo más extenso. Tal vez esto se deba a efecto de la edición que trae como consecuencia un abordaje que -al igual que se observa en otros ejes analizados- deriva en un análisis fragmentado sobre una realidad mucho más compleja. Aquí, la temática de las/os jóvenes se reduce únicamente a indagar sobre algunas de las causas posibles que elevarían el índice de violencia entre ellas/os. Su representación como “violentas/os” adquiere desde el análisis de la especialista, una significación que alude a un modelo con falta de proyectos, desde su mirada la violencia es una forma de respuesta y descarga frente a la frustración. Así también se arriba a conclusiones generalizadas, ya que la especialista considera que el índice de violencia juvenil va a seguir incrementándose “si pensamos que de adultos violentos, salen chicos violentos”. Se hace hincapié en modelos de familias donde la palabra no sería un medio para establecer vínculos: “esta violencia habla de chicos que, bueno, están en familias donde estas cosas pasan, donde por lo menos la palabra no es un medio, sino la acción”. La violencia también es analizada como un síntoma de malestar social, aunque no se ahonda en causas profundas, a su vez que se la explica como una forma de ejercer un poder que de otra manera algunas/os jóvenes no podrían alcanzar. Se destaca el rol delos padres y la necesidad de los y las adolescentes de encontrar un lugar de pertenencia. Por último se señala la necesidad de brindarles espacios de diálogo. Desde la perspectiva de la especialista, el consumo de alcohol no es tomado en cuenta para el análisis de la temática, como tampoco se hace referencia a otras formas de representar a las y los jóvenes.

La liga

En este programa también se apela a la opinión de profesionales. El Lic. Alberto Calabrese (AC), sociólogo, señala que el alcohol junto al tabaco son las drogas que más usa la humanidad. Relaciona el hábito de consumir alcohol con la sociedad de consumo: “El consumo te impulsa a consumir en forma absoluta y excesiva. Cada vez hay más chicos y de menos edad que consumen. El alcohol es un instrumento que se usa mal”. En este caso, también se recurre a consideraciones generalizadas y sólo se señala el incremento del consumo y la edad de inicio, sin establecerse ningún tipo de relación que derive en un análisis de estos datos. Además se incluyen las declaraciones del profesor Carlos Damín, toxicólogo, quien señala que una dosis de tres cuartos de litro de whisky bebidos en el término de cinco o seis horas puede provocar la muerte. El especialista entonces explica las dificultades motrices provocadas por la ingesta de alcohol y cómo estos efectos ponen en riesgo la capacidad para conducir un automóvil. De este modo podría inferirse que el análisis de la temática de los y las jóvenes y el consumo de alcohol se presenta desde una perspectiva pedagógica orientada a concientizar a la audiencia acerca de los riesgos que implica el consumo excesivo de alcohol y la peligrosidad de conducir. Sin restarle importancia a sus explicaciones, debe considerarse que llevar a cabo de forma consciente y responsable el manejo de un automóvil es una práctica que no atañe solamente a los y las jóvenes en tanto franja etárea. Una vez más y dado el contexto en el cual se insertan estas opiniones se refuerza y naturaliza una representación sobre la juventud que la ubica como “descontrolada y peligrosa”.

Canal 26

Para abordar el tema de la violencia adolescente en este programa se entrevista telefónicamente a Raúl Aragón, director del programa de estudios de opinión pública de la Universidad Abierta Interamericana. Las opiniones del profesional se enmarcan a partir de la difusión de un artículo publicado por el diario Popular. En este caso, el entrevistado establece una diferencia importante al señalar cómo se interpreta desde el imaginario colectivo la violencia adolescente y las verdaderas causas de esa violencia. Entre otras causas menciona la influencia de los medios de comunicación y se refiere en este sentido a estudios realizados por otras instituciones que atribuyen entre otros factores la influencia de los videos games. Es importante destacar que a diferencia de otros programas, aquí el especialista realiza un abordaje sobre múltiples causas, resalta la importancia de los contenidos de violencia que se difunde desde los relatos televisivos, a la vez que señala a la violencia como una práctica social que se está naturalizando.

Asimismo, las opiniones del entrevistado se realizan en base a los resultados arrojados por la encuesta realizada por la institución que representa. Desde ese lugar y tomando uno de los datos concluidos, se menciona que el 40% de los encuestados sostienen que la violencia se debe a la falta de límites en los padres y en segundo lugar vuelve a remarcar la incidencia de los medios de comunicación.

A partir de la opinión del profesional se advierte que desde la conducción y la edición se realiza un recorte y se enfatiza la falta de límites de los padres como causal única y directa de la violencia adolescente, produciendo por un lado, un reclamo de mayores controles y vigilancia sobre los y las jóvenes dentro de la familia, Por otro lado, se reduce el problema de la “violencia juvenil” a la institución familiar como ámbito privado y no se contemplan las condiciones institucionales más amplias en las que intervienen los medios, los especialistas, el mercado, las agencias estatales, etc.

C5N

Se entrevista en el estudio a Adrián Dall´Asta, director de la Fundación Proyecto Padres. Desde el lugar que preside, el invitado hace hincapié en la rol de los progenitores y ubica a la impunidad como “germen de la violencia”. En este sentido y siguiendo la línea editorial del programa, se intentan buscar explicaciones a la violencia juvenil apelando a la responsabilidad del estado, la falta de límites y control, medidas que deben asumir la familia. También interpreta a la violencia juvenil como expresión de una sociedad en crisis y propone que se debe asumir un compromiso en conjunto con otras redes. A partir de una anécdota, el entrevistado se muestra sorprendido por la poca colaboración que manifiesta la familia en compartir actividades lúdicas con sus hijos en la niñez y a partir de este hecho establece una comparación atribuyendo a este desinterés y falta de comunicación, un status de importancia extrema que podría actuar como consecuencia de posibles problemas en el futuro, aunque de manera muy ligera aclara que no todas/os las/os adolescentes son así.

A modo de solución y desde la institución que representa, el invitado propone la necesidad de impulsar medidas que tienen que ver con la modificación de los horarios en locales de recreación nocturna, control en el expendio de bebidas alcohólicas y la entrega de registros para conducir a mayores de 18 años. Finalmente se concluye de manera generalizada que a las y los jóvenes les faltan proyectos.

Impacto 9

Durante el desarrollo de este programa no se observa la presencia de ningún especialista o profesional que haya sido convocado para tratar el tema de los y las jóvenes, el alcohol y la violencia. Sin embargo, cabe señalar que este rol es asumido por la locución en off, desde este lugar se intenta analizar algunas variables estableciendo una relación sobre los mismos hechos que se muestran. Es decir, se llega a decir que el consumo de alcohol y sus consecuencias crecen sin parar, que las autoridades policiales y la atención médica no dan a basto. En otro tramo del programa se infiere que durante la previa los chicos beben varios litros de alcohol y de ahí a los hechos de violencia hay un solo paso. La ausencia de contar con la opinión de profesionales o especialistas demuestran que la modalidad de tratamiento en este caso sólo permanece en un plano descriptivo y testimonial de los hechos, favoreciendo una mirada superficial orientada a mostrar ciertos hábitos juveniles desde una visión espectacularizada.

e.  Desigualdad de Género

Policías en acción

Cuando el notero inquiere a chicas, lo hace en grupo y se trata de preguntas generales: no parece esperarse nada “espectacular” de aquello que ellas puedan responder. Y si bien este mecanismo de diferenciación entre varones y mujeres es habitual, también la sorpresa de quienes hacen la cobertura cuando chicas y chicos ejercen las mismas prácticas.

Impacto 9

El periodista describe: “Bueno, una escena repetida, comienzan las trompadas, comienzan las piñas, nadie sabe bien por qué empezó y la policía que interviene para tratar de separar, pero no consigue, la verdad es que la policía no da abasto para tratar de separar esto y como ustedes. Verán, hasta las mujeres forman parte de esto. Uno podría pensar que es sólo una cuestión de hombres, pero no…” (Se ve la imagen de una chica agachada, ocultando la cara contra la pared). Y señala “a la chica le rompieron la nariz”. Continúa: “Ahora son las chicas las que se pelean. De los pelos, piñas, cachetazos (…) Lo que en otra época era pelea de varones ahora es pelea de mujeres.” Como también se ve en otros informes de la muestra, aquí se reproduce y naturaliza un rol pasivo de la mujer en la sociedad principalmente desde la sorpresa o indignación que despierta que chicas y mujeres sean parte de fenómenos sociales históricamente considerados como patrimonio de los hombres. Los estereotipos de género, en este caso, la violencia física como característica distintiva de los varones y no esperable en las mujeres, impide visibilizar que la violencia siempre es repudiable, independientemente de quienes la protagonicen. Además se desprende de este hecho que es apreciado un tanto como “gracioso” y de menor calibre comparado con una “pelea de verdad entre varones».

Canal 26

En otros casos, esa violencia aparecería más asociada a aquello verdaderamente “grave”, “extremo”. Si bien  discursivamente en este programa no aparece un comentario que diferencie las acciones de hombres y mujeres, en todas las imágenes seleccionadas para hablar de violencia juvenil están implicadas adolescentes.

C5N

Aquí sí aparecen comentarios que diferencian lo que se considera para un hombre y una mujer: El conductor señala: “me encantaría saber qué piensan, sobre todo los padres de la chica.” Lo dice refiriéndose a la patada que la joven aludida propina a un muchacho, hecho realmente violento que se señala como si fuera peor por ser realizado por una persona de sexo femenino.

La liga

“La creencia popular dice que el alcohol es cosa de hombres, pero los tiempos cambiaron y la igualdad llegó.” Esta aclaración que parecería ser positiva, más tarde se aclara, distinguiendo cuáles son las bebidas de hombres y cuáles las de mujeres. En ese caso, el conductor Matías Martin remata“El famoso trago de minita, que no es lo mismo que toma un verdadero hombre” actitud que continúa sosteniendo la diferenciación por género.

Promediando ese programa también se entrevista a un grupo de chicas acerca de cuánto pueden tomar y ellas admiten que no pueden mezclar (distintas bebidas) y que también depende de la frecuencia de lo que ingieren. El único que parecería negar esa diferencia es un barman al que luego se entrevista y afirma: “Hay mujeres que toman igual que un hombre”.

De alguna manera podríamos decir que este tipo de informes, en primer lugar va en búsqueda del abuso en el consumo del alcohol en las y los jóvenes, pero a la vez establece una diferencia de género valorando las elecciones de las bebidas de los varones sobre las elecciones de las mujeres. Además, no se describe ni se enuncia las diferencias entre consumir y abusar del alcohol; podríamos decir entonces que según este criterio, todos las y los jóvenes se alcoholizan, lo cual trae consecuencias devastadoras. Pero si este supuesto abuso es protagonizado por mujeres jóvenes, la connotación es aún peor, perdiendo de vista que cualquier bebida alcohólica de la cual se abuse, trae la misma consecuencia en cualquier ser humano: una intoxicación.

De acuerdo al registro de casos de la guardia del servicio de toxicología del Hospital Fernández de la C.A.B.A, por intoxicación de alcohol ingresan en un porcentaje parejo tanto mujeres como varones. Sería absurdo formular estas circunstancias como una conquista en la igualdad de los géneros. Más bien sería imprescindible reflexionar sobre las realidades de las y los jóvenes, estableciendo las diferencias educativas, sociales, económicas y de género para que, desmenuzando esas otras variables intervinientes, se logren apreciar realidades bien distintas entre las juventudes y especialmente complejas para las mujeres jóvenes, de clase popular y alejadas del las zonas urbanas.

f.  Discurso discriminatorio por lugar de residencia

C5N

Andrés Klipphan anuncia que el informe será exhaustivo y es en la siguiente parte de la presentación que aparece un discurso discriminatorio: “…no es una bailanta del conurbano bonaerense como muchas veces estamos acostumbrados a ver, sino en plena Recoleta, frente a un boliche bailable que se llama Caix.” En este caso el relato del periodista a cargo del segmento refiere a la violencia como inherente a ciertos lugares de residencia -conurbano bonaerense- por una presunta peligrosidad, que parecería ser extraña en lugares como el barrio de Recoleta. En este punto es fundamental aclarar que si bien es innegable que la violencia constituye en la actualidad una problemática social contundente, la misma no pertenece exclusivamente a determinados barrios o grupos de personas. Esta construcción realizada en el informativo de C5N estigmatiza a ciertos grupos, sus costumbres y lugares de residencia como potencialmente peligrosos. Aquí se realiza una asociación directa entre un lugar de residencia y costumbres como la violencia y las adicciones. Si bien es verdad que en muchos barrios se viven realidades sociales complicadas, esto no implica que todos los habitantes de dichos lugares sean violentos o adictos. De esta forma, se evidencian elementos que podrían conllevar a mensajes estereotipados, cargados de generalizaciones y sentidos discriminatorios.

Canal 26

El periodista, al comenzar el informe comenta que el día anterior había realizado un programa radial en el que también abordaba el tema de los adolescentes, pero allí también se los podía ver en sus facetas de estudio, trabajo, hablando de sus proyectos por lo que no se trata de mostrar siempre a los jóvenes que no hacen nada. De modo que se coloca a favor de marcar dos modelos de adolescentes “no sólo a los que destruyen, sino a los que construyen” y destaca que muchos de los llamados telefónicos de los jóvenes habían sido provenientes del interior del país. Además se plantea si esto es así en todas las regiones del país o si tiene que ver con ciertos lugares donde ya se “prostituyó” porque se hace especial hincapié en diferenciar lo que sucede en las provincias con lo que sucede en Capital Federal y el conurbano bonaerense.

Algunas conclusiones

Por todo lo dicho, si los medios masivos son potenciales difusores de elementos para la representación y construcción de identidades, en el caso de las juventudes su rol es fundamental porque nos encontramos frente a grupos especialmente vulnerados en sus derechos por prácticas de discriminación, represión y/o exclusión y de este modo susceptibles a la estereotipización. Así las representaciones que se vehiculicen acerca de estos grupos no sólo afectarían la visión que los adultos tienen sobre ellos, sino el modo en que los y las jóvenes se perciben a sí mismos.

Como se ha visto y reproducido en los informes analizados, uno de los estigmas más significativos asociados a la juventud es el de ser violenta y propensa al delito. Esta asociación ha resultado tan fuerte en los últimos años que han llegado a constituirse como una sola categoría. Sin embargo, como marca Marcelo Urresti en su texto Separaciones, Islas y fronteras: “no es posible pensar la categoría “juventud” haciendo abstracción de las condiciones socio-históricas y culturales”[23]. Estas simplificaciones, o asociaciones directas entre determinado grupo y la violencia y el delito, dejan de lado que el modelo capitalista de ideología neoliberal ha generado pobreza y exclusión social. El sufrimiento que conllevaron estos procesos dio lugar al crecimiento de la violencia en las sociedades de hoy, pero no se trata de una característica específica de las juventudes, ni está relacionada a sus prácticas y costumbres. “La violencia es un problema que envuelve a grandes sectores de la población y que no se encuentra restringido específicamente a las juventudes, sino que más bien es un aumento de actitudes violentas en estos grupos estaría indicando una crisis general de los sistemas y valores de la sociedad”.[24]

Por lo expuesto, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión, en relación a este tipo de prácticas, sugiere difundir el respeto por la diversidad que representan las juventudes en lugar de divulgar estereotipos que encasillan, estigmatizan y empobrecen la visión sobre este sector de la población. De modo que si bien el consumo de alcohol se asocia a “la diversión”, a sentimientos de pertenencia e integración social, en tanto actúa como depresor del sistema nervioso central, provocando conductas de desinhibición y euforia, hay otras variables que se relacionan con la problemática. Debemos partir de que estas prácticas se dan en una sociedad signada por las reglas del mercado, por lo que reducir el consumo de alcohol sólo a estas causas, implica realizar un recorte fragmentado sobre una realidad mucho más compleja.

En rigor, como generalidad, se manifiesta que nombrar la palabra joven, juventud o cualquier equivalente de la misma en algún medio de comunicación, parece ir acompañado de una definición implícita, única, homogeneizada y principalmente descalificante. Esto es algo que se hizo más explícito desde los años ‘90 cuando la juventud comenzó a caracterizarse como individualista, violenta, consumista, vacía, con un interés central en el cuidado del cuerpo y ya no en fomentar ideas y utopías colectivas. Sin embargo, hay muchas otras formas de ser joven; aunque la mayoría de los medios de comunicación adopten la noche como exclusivo ámbito de las juventudes y desconocen otros que también socializan a los jóvenes (familia, escuela, club, barrio etc.). De hecho, la misma nocturnidad agrupa a múltiples juventudes como ámbito de pertenencia y, además esa diversión nocturna siempre se encuentra organizada y regulada por ‘otras/os’: las y los jóvenes no crean las reglas, y en cambio aceptan rígidas formas de exclusión o admisión y pautas de consumo. En relación a esto, el sociólogo Jorge Elbaum señala que durante el tiempo libre es cuando con más claridad se observa las diferencias de los grupos juveniles. “Es usual asociar la cultura de la nocturnidad con la juventud, cuando la noche se ha industrializado como tiempo dedicado a los consumos del ocio. Su importancia para determinados sectores urbanos ha crecido significativamente por implicar un lapso donde el control familiar, educativo y/o laboral se encuentra momentáneamente suspendido”[25]. Por tanto son las ofertas del mercado las que condicionan las formas de aprovechamiento del tiempo libre, como un tiempo de consumo.

Otra cuestión es que suele suceder que un mismo medio termina construyendo dos discursos diferentes para hablar sobre la nocturnidad y los jóvenes. Aquel que emite un informe donde muestra imágenes de violencia, consumo de alcohol y descontrol en la noche joven; puede ser el mismo que transmite la publicidad de alguna bebida, que recrea una atmósfera en donde divertirse y ser joven es consumir dicho producto. Por lo tanto, muchos medios de comunicación a la vez que juzgan y encasillan a las y los jóvenes, estimulan a través de su publicidad (y alguno de los contenidos de sus programas) la compra de alcohol y el consumismo en general. Se trata de distintas construcciones de los estereotipos en la TV. Por ejemplo, en la ficción pueden describir a un/a joven exitoso/a, alejado/a del conflicto social etc. y en los programas que se presentan como testimoniales o documentales y los noticieros pueden aparecer como problemáticos/as, irresponsables, adictos/as, violentos/as por lo que se solicita más límites a los padres y el Estado, más seguridad y más policías para que los controlen. De modo que en su construcción de este tipo de “violencia joven” -problemática que efectivamente existe- desaparece la idea del contexto y la misma se espectaculariza sin contemplar variables que podrían explicar algunas de las aristas de la cuestión. Realizadas estas consideraciones, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión brinda las siguientes recomendaciones:


5) Recomendaciones generales

Las/os  jóvenes deben ser consideradas/os ciudadanas/os y sujetos de derecho y, por tanto, las diversas prácticas que desarrollan, y que no violen los derechos humanos, deben ser respetadas y valoradas en este contexto.

  • Los medios de comunicación deben reconocer que no hay una sola forma de ser joven, hay diferentes formas de serlo, y mostrar esa diversidad. Deben cuestionar los estereotipos que el sentido común establece en relación con la desigualdad y las diferencias haciendo visible las imágenes binarias. En la medida en que los estereotipos son usados para  afirmar la aparente “regularidad” de una situación, hay que tener presente que limitan a los sujetos a un espectro restringido de actuaciones o acciones o profesiones que luego se naturalizan como “lo real” [26].
  • Destacar la participación de las/os jóvenes como actores de la vida cultural, social, política y profesional. Lograr que la producción de la información incluya las condiciones sociales e históricas como material relevante[27].
  • Reconocer la nocturnidad como un espacio que agrupa a las diversas juventudes, como tiempo de esparcimiento y un aspecto más de la vida de las/os jóvenes. Sería necesario dar una muestra representativa y diversa de gustos, intereses y hábitos.
  • No estigmatizar las juventudes como “descontroladas” o “aburridas”; no dar una visión polarizada.
  • Desde los medios de comunicación se deberían reconocer otros espacios de socialización y pertenencia de las/os jóvenes, tan legítimos como el caso de la noche. Entender que esa/e joven que las cámaras pueden encontrar en la noche, también puede ser trabajador/a, desocupada/o, estudiante, madre/padre e infinidad de otras formas de ser joven.
  • Sería conveniente que se difundan espacios donde se contemplen políticas educativas y culturales dirigidas a y producidas por las/os jóvenes.

Recomendaciones finales

  • Que las/os jóvenes tengan una mayor participación, no sólo de forma testimonial, sino activa a la hora de un producto radial o televisivo. Incluir las voces y posiciones de diversos colectivos sociales cuando se informa sobre historias, experiencias o situaciones relacionadas con personas pertenecientes a esos colectivos.[28]
  • Que las juventudes no sean sólo representadas a través de los problemas. Sugerimos evitar caracterizaciones y perfiles que impliquen una naturalización del prejuicio o la exposición de los conflictos por géneros, edad u orientaciones y prácticas sexuales no normativas como nota de color o pintoresquismo[29].
  • A la hora de hablar de las juventudes es necesario contextualizarlas en la sociedad en la que están insertas, y no analizarlas como elementos externos; ya que muchos de los parámetros para analizarlas son transversales a toda la sociedad.

Equipo de Trabajo.

Javiera Astorga, Paola Ramírez Barahona, Analista en Medios, Lic. Verónica Salerno y Lic. Myriam Pelazas, por el COMFER; Lic. Isabel Chiaramonte y Lic. Ana Schoo por el CNM; Lic.  Alejandra Noseda y Lic. Ximena Federman por el INADI.

Colaboración Especial.

María Victoria Litvin y Emiliano Flores por la Dirección Nacional de Juventud y Foro de Juventud y Foro sobre Discriminación en Medios de Comunicación del INADI.

Notas
[1] Este Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión depende del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) y cuenta con la asistencia técnica del Consejo Nacional de la Mujer (CNM) y el Instituto  Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo y (INADI). En este caso además se contó con la asistencia y participación de la Dirección Nacional de Juventud.

[2] El Observatorio se refiere a “juventudes” en reemplazo de “juventud”. Edad y sexo, han sido utilizados históricamente como base de las clasificaciones sociales. Pero, en la sociedad contemporánea la noción de juventud resiste a ser conceptualizada partiendo únicamente de la edad, a ser reducida a mera categoría estadística. De hecho no hay “juventud” sino juventudes. En el marco teórico nos extenderemos sobre este punto.

[3] Margulis, Mario:”Adolescencia y juventud en América Latina”, en Solum Donas Burak: Juventud: una aproximación conceptual, Buenos Aires, 2001.

[4] Bourdieu, Pierre: «Sobre el poder simbólico», en Intelectuales, política y poder, Buenos Aires, Eudeba, 1999.

[5] Tuchman, Gaye: “La producción de la noticia» en Ensayos sobre la construcción de la realidad, Barcelona, Gustavo Gili, 1983.

[6] Verón, Eliseo; Construir el acontecimiento, Barcelona, Gedisa, 2002.

[7] Van Dijk, Teun: Racismo y discurso de las élites, Barcelona, Gedisa, 2003

[8] Callejas Fonseca, Leopoldo y Piña Mendoza, Cupatitzio: “La estigmatización social como factor fundamental de la discriminación juvenil”, en Rev. El Cotidiano, Nº 134, UAM, México D.F., Nov. Dic. 2005.

[9] Aquí se utiliza el término ESTIGMA de Ervin Goffman a partir del cual se designa un atributo que arroja un descrédito profundo sobre aquel que lo lleva, como “desviación de” que permite desplazarnos en un primer momento hacia la realidad de la diferencia, la diversidad, el otro. Distingue entre tres tipos de estigmas: las deformidades físicas, las deficiencias del carácter y los estigmas tribales como la raza, religión. Todo individuo que no sea portador de algún estigma será considerado un hombre “normal”. Goffman, Erving, “Estigma e identidad social”, en Estigma e identidad deteriorada. Buenos Aires, Amorrortu, 1998.

[10] Área Queer, Medios de Comunicación y Discriminación: Desigualdad de Clase y Diferencias de Identidades y Expresiones de Géneros y Orientaciones Sexuales en los Medios de Comunicación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2007.

[11] Observatorio – Contralor de Noticias Informativas sobre Jóvenes “en situación de Delito”. Informe Final 2006. Material elaborado por: Asociación Miguel Bru, Facultad de Periodismo y Comunicación Social Universidad de La Plata, Área Queer – Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Buenos Aires, Federación Argentina LGBT.

[12] Citada en Observatorio – Contralor de Noticias, op.cit.

[13] Neves, Nilda y Hadsson, Alicia, “Del suceder Psiquico, erogeneidad y estructuración del yo en la niñez y adolescencia”, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994.

[14] Argentina, Consejo Nacional de la Mujer, “Mujer, Equidad y trabajo”, Programa Federal de la Mujer, Buenos Aires, 2001.

[15] www.unida.org.ar/boletin13 “Los niños son chicos, las niñas son mujercitas” por Monica Tarducci.

[16] Argentina. Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), Código de Ética [en línea]. Disponible en: http://www.fopea.org/Etica/Codigo_de_Etica [Consulta: 18 junio 2009].

[17] Cabe destacar que la respuesta de este joven corresponde más a su estado de ebriedad que a la franja etaria a la que pertenece.

[18] Reuniones previas a las salidas nocturnas de las y los jóvenes.

[19] Copi, Irving: Introducción a la lógica, Buenos Aires, Eudeba, 1986, pp. 81-121.

[20] Vilches, Lorenzo: Manipulación de la información televisiva, Barcelona, Paidós, 1989.

[21] El concepto de “toma” se interpreta aquí en su sentido televisivo: la grabación ininterrumpida de acciones –compuestas por imágenes y audio– puede posteriormente recortarse en diferentes tramos o piezas. Mediante el trabajo de edición estas piezas pueden ser copiadas, ubicadas y reiteradas en cualquier parte del producto audiovisual que se construye.

[22] Léase: Cigarrillos de marihuana.

[23] Urresti, Marcelo: “Separaciones, Islas y fronteras” en Revista Todavía Nº 10, año 2005.

[24] Ídem 20.

[25] Elbaum, Norberto: “Los bailanteros. La fiesta urbana de los sectores populares», en Margulis, Mario y otros: La Cultura de la noche, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1996.

[26] Area Queer, op. cit.

[27] Observatorio – Contralor de Noticias, op. cit.

[28] Área Queer, op. cit.

[29] Área Queer, op. cit