En relación con el fallo emitido por la Justicia de Mar del Plata que obliga a una escuela a pagar una suma de dinero importante a una familia por un caso de bullying y el tratamiento periodístico del tema, considero oportuno compartir algunas reflexiones, extensivas a otros hechos que implican sufrimiento de niñas, niños y adolescentes por bullying, sus causas y desenlaces.

Entiendo que a la velocidad con que los hechos se suceden y en el afán de comunicarlos para que no vuelvan a ocurrir, se redactan titulares y textos que, luego, nos confrontan con posibles consecuencias indeseadas.

Sugiero en estas breves líneas algunos ejes a considerar a la hora de producir notas periodísticas referidas a tragedias vinculadas al bullying:

  • Evitar los diagnósticos exprés de las situaciones. Es difícil saber si las situaciones límite fueron generadas por bullying u otros motivos. Seamos cautelosos, pensemos con lucidez, no nos adelantemos.
  • No adjudicar nunca las causas del bullying a alguna característica de la víctima. No se le hizo bullying “por extranjera”, “por obesa”, “por gay”, sino por el odio que siente quien lo realiza y la falta de recursos para pedir ayuda de los espectadores directos.
  • La falta de pedido de ayuda muchas veces se debe a intentos fallidos por hacerlo. No juzguemos a quienes suponemos no actuaron a tiempo. Tal vez lo hicieron y no obtuvieron la respuesta necesaria. Culpabilizar a los espectadores es riesgoso e injusto.
  • No plantear públicamente que quien tomó la decisión (más o menos pensada –nunca lo sabemos certeramente–) encontró la solución a su dolor. El suicidio o los ataques masivos NUNCA SON SOLUCIÓN.
  • No difundir cartas o mensajes de las víctimas que “justifican” su actuar. Suelen plantear que no existe otra salida y eso JAMÁS DEBEMOS REFORZARLO.
  • CUIDAR a la comunidad escolar y al barrio. Luego de un suicidio, las y los compañeros están en riesgo y necesitan atención psicológica. La posvención comunitaria resulta imprescindible.
  • Plantear al bullying como posible precipitador de la situación y no como única causa.
  • No brindar diagnósticos en el relato policial o crónica periodística. No es necesario señalar si la víctima de bullying tenía o no tenía autismo, síndrome de Down o retraso madurativo. No suma considerar que quien agrede o agredió a otras personas traía un diagnóstico de bipolaridad u otro. NO ESTIGMATICEMOS A NIÑAS, NIÑOS O ADOLESCENTES. Esos diagnósticos no son causa ni de realizar ni de sufrir bullying.
  • Jamás demos detalles de cómo se quitó la vida una niña, niño o adolescente. No sabemos quién está leyendo o viendo la noticia. Tal vez con los detalles toma la decisión.
  • Evitar fotos de la escuela, el barrio, el balcón o sitio en que sucedieron los hechos. Solo alimentan el morbo, la curiosidad y la estigmatización. No queremos, de ninguna manera, invitar al “turismo” del sufrimiento. En las instituciones, barrios y edificios habitan personas. Jamás lo pierdan de vista.
  • Combatir el bullying implica dejar de ser espectadores silenciosos, dejar de aplaudir los hechos humillantes. Evitemos cualquier tipo de humillación.

Lic. María Zysman

Psicopedagoga

Fundadora de Libres de Bullying