Por Laura Inés Miyara

Desde que existen los smartphones, la omnipresencia del medio digital en la vida diaria de las personas ha configurado un ecosistema que alienta al consumo y la producción constante de contenidos con una marcada connotación de exaltación de lo cotidiano. El resultado es una sensación generalizada de que uno se está perdiendo de algo. 

El sentimiento de que la vida es algo que le sucede a los demás y que uno es solo un espectador se describe en el vocabulario psicológico con el neologismo FOMO. Acuñado en los últimos años en círculos de internet, el término es un acrónimo de Fear Of Missing Out, es decir, el miedo a estar perdiéndose de algo, por sus siglas en inglés. Es una sensación que muchas personas experimentan de manera acusada, sobre todo, en relación con el consumo de contenidos en redes sociales.

A todos nos ha pasado estar una noche en casa, entrar en Instagram y ver las fotos y los videos que publicaron amigos y conocidos que salieron, exaltando cada momento compartido a través de las redes como si fuese el más significativo, cada fiesta como la más divertida y cada reflexión como la más profunda.

Síntomas de que tenés FOMO:

  • Te cuesta desconectar de la tecnología
  • Nunca apagás el teléfono
  • Te sentís inseguro/a o irritable si ves fotos o videos de eventos en los que no estás
  • Tu autoestima está ligada a los comentarios que recibís en redes sociales y a cómo te perciben
  • Te cuesta relacionarte fuera de las redes sociales o internet
  • Tenés síntomas de ansiedad en relación con cómo te perciben en redes sociales (tensión muscular, aumento de la frecuencia cardíaca, síntomas gastrointestinales, hiperventilación)

Por qué caemos en el FOMO

El miedo a no participar de una experiencia importante para el grupo del que uno forma parte se remonta a una de las necesidades más primarias del ser humano. Después de todo, como se suele decir, somos seres sociales y la pertenencia a un grupo es una necesidad básica que tiene raíces evolutivas. La cooperación entre personas es un rasgo constitutivo de los grupos humanos que ayuda a garantizar la supervivencia.

A nivel fisiológico, al ser una sensación fuertemente ligada al miedo, el FOMO hace que el cerebro responda poniendo al sistema nervioso central en alerta. Incluso aunque no seamos conscientes de ello, la posibilidad de la pérdida de nuestro estatus dentro del grupo y de las relaciones sociales que hemos construido se experimenta como una amenaza. 

“Sin una conexión social, nuestra existencia como especie se ve amenazada. Hay mucha evolución en esto, ese hecho de mirar las redes sociales y ver que no nos invitaron o que no estamos allí nos causa un miedo inmediato, una sensación física y un temor a ser excluidos. Ese miedo va más allá de no estar presente en un evento o en una cosa, es el miedo a perder esa comunidad que necesitamos para sobrevivir”, explica la psicóloga Nicole LePera.

Grupos vulnerables

El vocablo FOMO adquiere relevancia a nivel social como una experiencia humana cada vez más común en el ecosistema digital. Desde el momento en que estamos expuestos de manera constante a las vidas de los demás (aunque se trate solo de aquello que cada una de esas personas decide compartir), nos convertimos en seres vulnerables al espejismo de que todo transcurre al margen de nosotros, sin nuestra participación. 

En este sentido, los adolescentes son el grupo más susceptible a sentir FOMO. En parte, porque la adolescencia es una etapa en la que la pertenencia a un grupo es de especial importancia para la constitución de la propia identidad. 

Pero los adultos tampoco estamos a salvo. Hay rasgos de la personalidad que pueden hacer especialmente vulnerables a determinados individuos. Por ejemplo, un estudio halló que aquellos que reportan niveles más elevados de FOMO de manera consistente también presentan niveles más bajos en tres variables en particular: competencia o confianza en las propias habilidades, autonomía y conexiones consigo mismos y otros. En otras palabras, las personas con baja autoestima podrían tener mayor riesgo de sufrirlo, lo que a su vez podría acentuar el problema.

Así, aunque no siempre se tome en serio por ser un término surgido en Internet, se trata en realidad de un temor que tiene raíces profundamente arraigadas en inseguridades de los sujetos. “Porque al final, eso está basado en un miedo a no estar presente. Muchas veces, también está el miedo a que la gente se olvide, quizás al abandono”, señala la psicóloga Claudia Pradas.

Pautas para creadores de contenido

La sensación con la que se queda la audiencia al consumir nuestro contenido tiene que ser una de las prioridades a tener en cuenta cuando planificamos lo que vamos a publicar. El primer paso en este sentido es tomar consciencia del rol que tenemos desde el momento en que nos convertimos en un canal de difusión de información o entretenimiento. Esto implica que la responsabilidad de corroborar la información que difundimos no debe recaer nunca sobre la audiencia, sino que es parte del trabajo del creador de contenido garantizar la veracidad de lo que se comparte. En otras palabras, la honestidad debe primar por sobre la exaltación del estilo de vida.

Si bien todo lo que se comparte a través de redes sociales y en internet está mediado y filtrado, es importante mantener una integridad y una autenticidad que no solo debe estar presente en los mensajes, sino ser transparente en las formas. Así, indicar cuándo y cómo han sido editadas las fotos que se comparten, o directamente prescindir de la edición, añadir contexto siempre que sea posible cuando se habla de una situación personal, adecuar las recomendaciones a las posibilidades y la situación económica de la audiencia, evitar caer en estereotipos y abrirse a compartir sentimientos auténticos son algunas pautas clave para limitar la exposición de nuestra audiencia al FOMO y generar un vínculo genuino con ellos.

Es buena idea asimismo compartir viñetas o momentos del detrás de escena de la creación de contenidos, hablar de manera transparente acerca de acuerdos comerciales en los que el creador esté involucrado y proporcionar información relevante, en particular, cuando se tratan temas relacionados con la salud mental de las personas: compartir números telefónicos de asistencia ante crisis, atención para la prevención del suicidio y atención para víctimas de violencia y discriminación, entre otros recursos.

Pautas para usuarios

Si sentís constantemente la presión de tener que estar presente en todas las actividades y en todos los momentos de la vida de quienes te rodean, vale la pena explorar el porqué de esos sentimientos. En este sentido, puede ser útil acudir a psicoterapia para analizar esos temas subyacentes. “El FOMO es un miedo que actúa como mecanismo de defensa, entonces, hay que trabajar de qué te estás defendiendo”, explica Pradas.

Una vez que somos conscientes de lo que ocurre en nuestro interior cuando tenemos FOMO, podemos actuar intentando expandir nuestra tolerancia a esa incomodidad en lugar de evadirla con distracciones. 

En esta etapa puede ser útil hacer un proceso de desensibilización en el que dejar de lado las redes sociales por un tiempo puede ser una medida beneficiosa. Si bien esto no siempre es posible para todo el mundo, y tampoco es necesariamente útil irse de las redes de un día para el otro, podemos empezar por poner un límite al tiempo que pasamos en ellas, utilizando aplicaciones que las bloqueen transcurrido un tiempo determinado de uso. 

Para que esto sea efectivo, es importante establecer mecanismos de refuerzo de esa conducta. Es decir: si abandonamos las redes y no reemplazamos esa actividad con otras más enriquecedoras, nos vamos a aburrir e inevitablemente volveremos a utilizarlas. Entonces, es mejor mantenerse ocupado con juegos, lecturas, deportes o reuniones con amigos, conocidos o familiares.

Si, tras el descanso, decidimos volver a utilizar redes sociales, algo que puede ayudar a hacerlo sin sentir FOMO es ser muy selectivos con las cuentas que seguimos. Eliminar e incluso bloquear a aquellas que nos generan sentimientos negativos es importante, teniendo en cuenta que las publicaciones de otros usuarios en nuestro inicio o feed aparecen sin previo aviso y pueden ser desencadenantes potentes de esta ansiedad en momentos en los que tenemos la guardia baja y no estamos preparados para afrontarla.

Laura Inés Miyara (Rosario, 1993)

Licenciada en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y Máster en Producción Periodística y Audiovisual en la Universidade da Coruña. Se dedica a la divulgación científica y sanitaria.

Como periodista ha recibido premios internacionales por su trabajo, como el de la  ECToH (European Conference on Tobacco or Health).

Es miembro del proyecto La Voz de la Salud, ganador del premio de la International News Media Association (INMA).