El tratamiento de la violencia contra las mujeres en Gran Hermano 2015

GRANH

 

 

A raíz de los reclamos recibidos, primero por los acontecimientos protagonizados por una pareja de concursantes en el programa Gran Hermano 2015 y luego por otros hechos que involucraban a otros participantes en situaciones de bullying, manifestamos que este espacio se encontró con los responsables del programa. En este sentido informamos que los mismos en un principio tomaron nota de nuestras recomendaciones antidiscriminatorias (tal como se constata según el relevamiento de varias emisiones); no obstante, rápidamente el ciclo volvió a apelar a una lógica espectacularizada, en la que no se comunica responsablemente, por tal razón nos reunimos con el área de Evaluaciones de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual para transmitir los múltiples reclamos que nos llegan y que dicha área inicie las sanciones que considere necesarias.

“Gran Hermano” presenta estas escenas poniendo en juego como trivialidades algo que en algunas parejas causa un problema real. Es necesario tener en cuenta que la violencia contra las mujeres muchas veces se desarrolla dentro de lo que los y las expertos/as denominan el “ciclo de la violencia”, en el cual se comienza de una manera muy sutil, casi invisible, ejerciendo violencia psicológica y control, se culpabiliza a la mujer por “crear” situaciones que “provocan” la violencia y se daña la autoestima de la víctima sometiéndola a continuas tensiones y amenazas para naturalizar esta situación y convencerla de que no podrá salir de ella.

Esta actitud controladora se evidencia  en muchos aspectos (forma de vestir, apariencia, trabajo, control de sus  gastos, control de salidas y de las amistades, intentos de separación de su familia) así como en la humillación o menosprecio de  las cualidades o características de la mujer, intentando dejarla en muchas ocasiones en ridículo. La víctima   se vuelve cada vez más vulnerable, perdiendo con ello su capacidad de autodefensa.

A partir de ahí, se describen tres fases repetitivas en este ciclo: acumulación de tensión, explosión y reconciliación, denominada, más comúnmente,  “luna de miel”.

Esta sucesión de ciclos es lo que explica por qué muchas víctimas de malos tratos vuelven con el agresor, retirando, incluso, la denuncia que le había interpuesto. Pero cuando la víctima está mínimamente fortalecida, informada y contenida podrá ser capaz de dar el primer paso y recorrer el camino para salir de la violencia.

Debemos resaltar que parece un avance que, tomando como disparador las escenas de agresión verbal y psicológica, se trate el tema de la violencia contra las mujeres y que alguna de las panelistas haya hecho un análisis de la situación usando una perspectiva de género y derechos; pero lamentamos también la trivialización de la violencia contra las mujeres que han hecho otros panelistas. Este tipo de prácticas discursivas demuestra que la naturalización de expresiones que justifican la violencia contra las mujeres a través de distintos móviles como el amor, la pasión, la rivalidad o los celos continúa presente en los discursos mediáticos.

Asimismo el tratamiento de la temática de violencia contra las mujeres en este y otros programas de tv que se han hecho eco de lo acaecido en “Gran Hermano”, ofrece una lógica espectacularizada en pos de llamar la atención de los/as espectadores/as. Esto ha sucedido en muchos casos y en “Gran Hermano” ha llegado a presentarse como una “opción válida o estrategia de juego” por parte de las concursantes femeninas por alguno de los panelistas/comentadores en los debates posteriores al reality show.

Contrariamente a hacer un show con estas temáticas, es fundamental contextualizar los hechos de violencia contra las mujeres, a través de un abordaje que evoque la singularidad de cada caso, pero también reparando en aquello que lo hace parte de una problemática social más amplia.

Desarrollar relaciones entre hombres y mujeres sin violencia es posible, debemos ser conscientes de que salir de estas situaciones no es un camino fácil y de que no se deben banalizar las situaciones de violencia psicológica y verbal. Convocamos a la ciudadanía en general, dada uno/a desde su lugar, y especialmente a aquellos/as cuyas conductas y dichos tienen mayor repercusión pública desde los medios de comunicación, a colaborar para facilitar el camino hacia una vida sin violencia a las mujeres que la padecen.

Por otra parte, no debemos olvidar que los femicidios son la expresión más extrema de los casos de violencia contra las mujeres. En efecto, bien dice el texto de la ley 26.485 de Protección integral a las Mujeres, en su artículo 2º, en el cual se incluyen los objetivos de la Ley, que uno de ellos es “la remoción de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres”.

En ese sentido, la tarea por parte de los medios de comunicación debiera implicar la correcta información y propiciar la deconstrucción de los discursos y prácticas sexistas; en pos de sumar –y no restar- en las transformaciones culturales para erradicar esta violencia que también puede ser simbólica. Además de física, psicológica, sexual, económica y patrimonial.

Desde el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión consideramos auspicioso retomar algunas recomendaciones respecto del tratamiento mediático de la violencia contra las mujeres. En otras oportunidades, hemos abordado casos en los cuales durante la construcción del relato se corre el eje del victimario del femicidio trasladándolo hacia el cuestionamiento de las conductas de las víctimas. Y por esa razón volvemos a hacer hincapié en la importancia de dejar de lado esa culpabilización que refuerza patrones estereotipados sobre los casos de violencia.

Para quienes trabajamos en el análisis mediático de estas temáticas, tal como lo hicimos a través del Monitoreo de Violencia contra las Mujeres en los programas informativos de Argentina -informe que fue acercado a distintas redacciones periodísticas- es gratificante observar que estos temas ahora están en agenda y no invisibilizados como otrora. De hecho estas temáticas pueden ser bien abordadas y se constituyen en la vía por la cual una posible víctima pueda identificar lo que le está pasando y obtener ayuda en la extensa red de canales que existen pero que aún no se conocen suficientemente.

De manera que una vez más acercamos una serie de recomendaciones que estimamos muy propicias para un abordaje de la temática de la violencia contra las mujeres que sirva para evitar futuros casos y para no ser parte de un entramado que olvida los derechos humanos de las víctimas y su entorno.

 

Recomendaciones[1]:

Cumplir con la ley 27.039 acerca de que toda información que se emita a través de los servicios de comunicación audiovisual sobre episodios de violencia de género debe incluir una mención expresa a la línea telefónica gratuita 144, – de alcance nacional, disponible las 24 horas del día, todos los días del año- destinada a dar contención, información y brindar asesoramiento sobre recursos existentes para la prevención de la violencia contra las mujeres y asistencia a quienes la padecen.

La violencia contra las mujeres es una problemática social y de interés público, por tanto su cobertura no debe entronizar el relato del episodio individual, personal y aislado, teñido de matices sensacionalistas.

En tanto que la violencia contra las mujeres es una problemática de derechos humanos, en su tratamiento debe ser prioritario respetar que las imágenes o relatos no afecten su dignidad.

Abordar las noticias propiciando un tratamiento con perspectiva de género y enfoque de derechos

Evitar los detalles escabrosos, las descripciones morbosas y todo otro tipo de elementos o utilización de recursos que pudieran configurar un tratamiento sensacionalista, desde la musicalización, y las reconstrucciones o infografías.

Acudir a profesionales y expertos/as en la problemática para poder cubrir desde distintos aspectos las noticias sobre violencia contra las mujeres, para lograr una lectura profunda y fundada de la problemática.

No ofrecer motivos o justificaciones de la violencia contra las mujeres como “caminaba por una calle oscura”, “se vestía de modo provocativo”, “era muy linda y extrovertida”, etc. No hay justificación posible a los actos de violencia que deriven de las conductas de sus víctimas.

No apelar a construcciones tales como “Otro caso de violencia…”, “Nuevo caso de…” puesto que su frecuente reiteración, además del tratamiento aislado de la problemática, conduce a un efecto anestesiante que banaliza la gravedad del problema.

En algunos casos puede ser ofensivo para la victima nombrarla con diminutivos, apócopes, apodos, etc. ya que esas formas suelen infantilizarlas y subestimarlas.

Solicitar capacitación o sensibilización sobre la problemática a los organismos del Estado que trabajan estos temas, así como a las organizaciones de la sociedad civil pertinentes o a las áreas de género de las universidades.

Difundir mensajes que fortalezcan y colaboren con la equidad y el tratamiento igualitario de mujeres y varones.

Utilizar un lenguaje no sexista.

No recurrir al uso de estereotipos, mitos o creencias que supongan relaciones de subordinación o dominación de las mujeres por parte de los varones o que resulten degradantes y reductoras.

No situar a las mujeres en posición de inferioridad o dependencia.

Cuidar el tratamiento de los temas que involucren a las mujeres, evitando acentuar prejuicios e ideas naturalizadas o degradantes.

Omitir discursos audiovisuales que representen una imagen erotizada de las mujeres víctimas de violencia de género.

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Notas:

[1] http://www.obserdiscriminacion.gob.ar/wp-content/uploads/2013/11/INFORME-FINAL-WEB.pdf