En relación al informe que a continuación presentamos, señalamos que el 12 de agosto la productora Mandarina Televisión se comunicó con el Observatorio para expresar que tomó nota de la totalidad de las recomendaciones emanadas del presente y que los conceptos del informe se trasladaron al conductor y demás personas intervinientes en la realización del programa con el fin de no reiterar prácticas discursivas semejantes.


Los unos y los otros

En su programa del 9 de junio del 2014, el periodista Oscar González Oro presentó la historia de Antonella Dwojak, una joven víctima de violencia de género, madre de un niño (de 6 años) y de dos niñas (de 4 y 2 años) que luego de un año de separación, le fueron sustraídos por su ex cónyuge Salvador Ernesto Rodríguez, el 19 de mayo último.
“Los unos y los otros” consiste en una larga entrevista en estudios a personas que buscan el paradero de parientes o allegados/as para reconstruir su propia historia o encontrar sus orígenes e identidad. Las preguntas al/la invitado/a se alternan con las opiniones del psicólogo Juan Manuel Brindisi.

Introducción

La violencia de Género, considerada durante siglos una cuestión estrictamente personal o familiar, se ha ido convirtiendo en un problema social y público, objeto de debate, de legislación específica e incluso de innovación de contenidos educativos o mediáticos, en constante evolución.
Las relaciones de pareja constituyen -en este contexto- auténticos escenarios de relaciones de poder, desigualdades, deseos, expectativas y conflictos, susceptibles de ser abordados mediáticamente desde una perspectiva que visibilice su trama cultural y patriarcal, denominada “perspectiva de género”.

Análisis

González Oro pregunta a Antonella en qué circunstancias conoció a su agresor (Salvador Ernesto Rodríguez).
La chica dice haberlo conocido chateando por Internet y que se vieron en persona a los 6 meses, habiendo acudido con su madre a una cita en una estación de servicio de la zona.

González Oro alude al hecho de que la chica ya tenía otro novio a quien habría dejado por Rodríguez. La joven asiente. El conductor pregunta entonces cómo era el otro novio, si era bueno y por qué lo había abandonado. Todas sus preguntas van situando a la mujer como “constructora de su propia desgracia”. Prácticamente en ningún momento se aclara quién es el agresor y quién la víctima. Establecerlo claramente sería importante porque permitiría una organización del discurso en un caso de violencia de género, socialmente más responsable y periodísticamente más seria.

González Oro le pregunta luego a la joven si estaba enamorada de “Ernesto”.
GO: -“¿Lo amaste?”
La víctima dice que no. Con relación a esto, las recomendaciones de organismos internacionales y nacionales -y en particular las ofrecidas por el Monitoreo de violencia contra las Mujeres en noticieros televisivos realizado por este Observatorio(1)– así como las de algunas organizaciones no gubernamentales especializadas en el tema, señalan que en las coberturas periodísticas la violencia de género suele erróneamente vincularse al exceso de amor o a la pasión.
“En el imaginario colectivo el término «pasional» remite al amor romántico, a los «amores que matan», idea que frivoliza e invisibiliza la gravedad criminal de la agresión”(2).

La chica explica su relación con el agresor aludiendo a su deseo de dejar su pueblo, Las Toscas, para conocer “una gran ciudad”.
Se muestran fotos de las dos niñas y del niño que padecen el secuestro por parte de su padre.
El tratamiento informativo de una noticia o reportaje sobre un caso de violencia de género puede hacer mucho daño a las personas protagonistas de esa información, es decir, a las víctimas. Si ya es vejatorio para una mujer sufrir malos tratos o una agresión sexual, puede resultarle aún más humillante que todo el barrio o su pueblo conozca su caso a través de los medios de comunicación. Por ello, el respeto a la intimidad de la víctima y de sus familiares tiene que ser la principal pauta tanto para los y las periodistas como para las secciones de prensa policiales. Los medios de comunicación tienen que evitar la intromisión arbitraria en la vida privada de las víctimas, por lo que no es recomendable facilitar datos identificativos de estas personas, ni de sus familiares(3).

Antonella cuenta entonces que el hombre con el que se encuentra en la estación de servicio no coincide con el de la foto del chateo en la web, y que además también mintió sobre su edad. González Oro le pregunta indignado por qué lo aceptó entonces, después de esas mentiras. La joven dice no saber por qué.
Muestran imágenes de la casa en la que vivió Antonella en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un monobloc en un complejo del barrio de Flores.

El conductor la interroga sobre por qué tuvo tres hijos con él y agrega:
GO-¿Los quisiste como un reaseguro, supusiste que quedándote embarazada lo ibas a retener?”… La chica lo niega. Aquí se ejerce un mecanismo de culpabilización de la víctima que se despliega durante todo el programa.
Antonella comienza a relatar ante las cámaras su historia: Dice que primero sufrió violencia psicológica (su pareja la insultaba, le decía que el bebé que portaba no era de él, y que se iba a quedar sola) y que luego del nacimiento del primer hijo se transformó también en violencia física (golpes, cachetadas y tirones de pelo).
El conductor le pregunta por qué no se escapó. La joven responde que no salía sola a ningún lado, que solo lo hacía con él, que no conocía nada de la ciudad y que no disponía de dinero.
“Es aconsejable observar que los insultos, las amenazas, el control del dinero y de los actos son formas de violencia alienante, porque no dejan marcas visibles y siembran dudas sobre la palabra de la víctima”(4).

González Oro asume durante toda la entrevista una actitud inquisidora y a la vez paternalista, en la que recrimina a Antonella su incapacidad de reacción a la violencia sufrida, al tiempo que la infantiliza tratándola de “hija” y “retándola” con severidad.
Este Observatorio ya relevó en otros informes que algunos/as comunicadores/as suelen erigirse en paladines de la seguridad de las víctimas, al tiempo que las infantilizan y subestiman, sin presentarlas como lo que son: personas sujetas de derecho.
El conductor pregunta entonces a Antonella por su familia, por su madre y su padre. La chica describe un hogar violento, en el que el padre maltrataba a la madre y en el que ella y sus hermanos se interponían para tratar de salvarla. Luego llora y un primer plano muestra su rostro en lágrimas. Este tipo de espectacularización “intenta más llamar la atención de los/as espectadores/as que prestar un servicio de información a la comunidad”(5).

-“Sin querer la busqué” dice Antonella, aludiendo a la violencia de la que fuera víctima.
Interviene entonces el psicólogo Juan Manuel Brindisi: “-Las tragedias griegas son tragedias porque uno no puede salir de esos mecanismos. Quizás lo que más intentó ella de evitar en su vida fue lo que terminó buscando y encontrando en esa identificación con su propia madre.” Al padre golpeador le siguió un marido golpeador, típico de los casos de violencia de género en los que se escuchan siempre frases como “lo que me merecía” “lo que me buscaba”, “como si se tratase de un complemento” y agrega: “Donde hay un golpeador hay una mujer que es golpeada, pero que no se da cuenta de que eso no está bien o que se da cuenta pero que no tiene las herramientas para salir”.

Cuestiones como ésta son observadas en los casos de violencia de género y analizadas por distintos expertos y expertas(6), pero el problema aquí es la espectacularización que se hace sobre la propia víctima en el estudio. Cuando se dicen estas frases se muestra un primer plano sobre la cara llena de lágrimas de Antonella con música instrumental.
GO: -¿Podías llamar por teléfono?
Antonella: -No
El conductor, dirigiéndose repentinamente a Brindisi, consulta: “Un violento ¿cambia?”
Brindisi- “Es muy difícil porque es un manejo psicopático muy importante. Ninguna mujer merece ser golpeada”. Y prosigue: -Lo que necesitan esos hijos es a su madre, sin embargo el padre no los puede subjetivar y los convierte en botín para hacerle daño a la madre.”

En otro tramo de la entrevista Antonella se disculpa:
-Yo no hacía nada porque a la hora me pedía perdón, me decía que estaba nervioso y que iba a cambiar.
GO:-¿Pero nunca habías escuchado en la tele o leído un libro o visto una película sobre hombres golpeadores, que a los 10 minutos lloran, se ponen de rodillas y piden perdón? ¿No lo relacionaste?
Antonella: -No. O capaz que yo no quería repetir la historia de mi mamá. Me fui de un abuelo con Mía en la panza y él me vino a buscar un mes más tarde y le creí, me dije que capaz que cambie.
GO: -No te estoy retando, pero una familia se hace siempre a partir del amor, no de la violencia y de los gritos. ¿Vos lo amabas?
Antonella: -No, yo estaba como acostumbrada.
GO: Con aire de no comprender y perder paciencia -¿Qué es eso? ¿Vos te lo merecías?
Antonella: -Creo que de alguna manera sí.
GO: -¿Y Tomás también? (en alusión al hijo de 6 años)
Antonella: -No, los chicos no.
GO: -¿De cuántos meses estabas embarazada cuando te fuiste de Las Toscas?
Antonella –No me acuerdo.
GO: -¿No te acordás? ¿En serio? Y dirigiéndose a Brindisi: -¿Y eso? ¿Qué es?
Juan M. Brindisi: -”Y eso pueden llegar a ser lagunas respecto a la represión. Cuando hay puntos de angustia el propio psiquismo reprime esas cosas y no las recuerda, para decirlo fácilmente: lo barro debajo de la alfombra”.

Antonella es juzgada todo el tiempo tanto por el conductor como por el psicólogo, así como también por las personas entrevistadas telefónicamente: su cuñado y su mejor amiga. Sólo el fiscal de la causa entrevistado más tarde lamenta el error judicial cometido antes del hecho por la institución que otorgó derechos de visita al padre violento.
Gonzalez Oro vuelve a la familia de la chica, le pregunta por qué su madre y hermanos no intervinieron: ¿Nunca se les ocurrió “venir a sacarte de los pelos”, nunca se los dijiste?, ¿lo contaste?
Antonella: -Nunca le pregunté.
GO: -¡Pero es tu hermano!, vos tenés un hermano de 30 años… ¿Y tus amigas?
Antonella: -Me separó de todas mis amigas. Le tenían miedo.
GO:-”¿Por qué te dejabas embarazar si no era el hábitat adecuado?”
Antonella: -No sé cómo responder a esa pregunta, porque yo quería una sola y nada más. Pero ahí fue como que se calmó un poquito durante un mes, nos sacaba a pasear al zoológico…
El conductor agrega con tono sentencioso: “Y vos repetiste la historia”.
“De mucha utilidad es el trazar la Ruta Crítica de las mujeres víctimas de violencia, que empieza con la decisión y determinación de apropiarse de sus vidas y las de sus hijos, según define la Organización Panamericana de la Salud. De esa manera se evitará caer en el prejuicio de que no hacen nada, de que «por algo se quedan», de que «les gusta»(7). “Con este concepto se reconstruye la lógica de las decisiones, acciones y reacciones de las mujeres afectadas, así como la de los factores que intervienen en ese proceso”(8).

15.54 horas.
GO: – “Le pegaba a Tomás me dijiste… Y vuelve la bestia de nuevo a pegar.”
Esta imagen del victimario no ayuda a dar cuenta de la problemática de la violencia de género, porque como se demuestra en el Monitoreo sobre el tema realizado por este Observatorio, «la patologización es un recurso que al buscar en la enfermedad mental una explicación, un sentido al sinsentido, puede redundar en la justificación de la violencia» (9).

GO: -“¿Le tenés miedo”?
Antonella asiente y González Oro, dirigiéndose a Brindisi dice: -¿Cuál es el límite, no?
El psicólogo –dirigiéndose a Antonella inquiere: “…Ahora. ¿Qué pasó en vos también, Antonella? Te lleva una persona que no es la de la foto, no tiene la edad que te dijo que tenía, a la semana dejás tu casa, vas con esta persona y te empieza a maltratar, a pegar. Es como un dominó, la primera ficha hace caer a todas las otras. ¿Por qué no lo paraste antes? ¿Qué es lo que te llevó a tolerar todo? Tenés que trabajar sobre esto porque es probable que te vuelva a suceder”.
Respecto de este fragmento debe decirse que la primera de estas preguntas es propia de un espacio terapéutico y por tanto requiere de un encuadre específico por lo que no correspondería ser interpretada en un medio masivo de comunicación. Mientras que cuando se dice “¿Por qué no lo paraste antes?” también se está invocando una intervención y lo único que en este caso se provoca es el quiebre emocional y la angustia de la entrevistada.
“En Argentina contamos con cantidad de profesionales capacitados para opinar. En el caso de juezas/ces, fiscales, funcionarios/as, legisladoras/res, es preciso dejar en claro su experiencia y antecedentes en el tratamiento de casos de violencia de género, y aclarar si hablan a título personal o institucional”(10).

ZOCALO: INFO DE ÚLTIMO MOMENTO NOS LLEGO UN DATO
GO: Dirigiéndose a Brindisi -”¿Psicótico?”
Brindisi: -Un psicópata, porque en algún punto está esto de que puede manipular a los otros. La familia entera se deja maltratar y nadie puede decir “hasta acá” y porque hay una matriz de la relación (de Antonella) con su padre y por esto sucede todo. Aquí una vez más se patologiza al victimario pero también se aplica un determinismo y una estigmatización sobre la víctima.

00.30 horas.
González Oro a la joven: -Estoy enojado… ¡En algún momento vos tenés que explotar hija! Mientras, Antonella llora y se reitera un mecanismo de espectacularización de la escena.

Luego se asiste a una entrevista telefónica con Osvaldo Gerosa, de la Fiscalía de la ciudad de Reconquista que tiene jurisdicción sobre Las Toscas. El fiscal explica que lo que Antonella les contó competía a la justicia civil y no penal (que redundó en la fijación de una cuota alimentaria y de un régimen de visitas) y reconoce que los organismos judiciales “no supieron en este caso leer y ahora tenemos que hacernos cargo y resolver este asunto encontrando a los chicos”.

González Oro acusa a la madre del agresor de complicidad en el delito de sustracción de menores, “La madre miente” -sentencia- y se dirige a la cámara para hablarle:
-“No soy juez ni fiscal pero…Cristina Arrieta, estás en problemas, por encubrimiento”.
El periodista lanza su advertencia en tono de amenaza. Se erige en juez y ante miles de espectadores la acusa: “la madre miente”.

22:00 horas.

GO: -¿Qué grado de responsabilidad suponés que tenés vos en todo esto?
Antonella: -“Yo creo que el 50%, porque yo les obligaba, como me dijo el fiscal, a que se vayan con el papá”
GO: -No te veo desesperada, hija. ¿Ni siquiera podés sacar la desesperación? El periodista deja entender que la madre no sufre o no sufre lo suficiente con la situación.
Antonella dice que está desesperada.
Esa situación continúa en pos de una revictimización de la víctima. Este concepto está definido en el Decreto 1011/2010 de Reglamentación de la Ley Nº 26.485 de Protección Integral a las Mujeres en su artículo 3º inciso k): “el sometimiento de la mujer agredida a demoras, derivaciones, consultas inconducentes o innecesarias, como así también a realizar declaraciones reiteradas, responder sobre cuestiones referidas a sus antecedentes o conductas no vinculadas al hecho denunciado y que excedan el ejercicio del derecho de defensa de parte; a tener que acreditar extremos no previstos normativamente, ser objeto de exámenes médicos repetidos, superfluos o excesivos y a toda práctica, proceso, medida, acto u omisión que implique un trato inadecuado, sea en el ámbito policial, judicial, de la salud o cualquier otro”.

GO: -Nunca lo amaste –me dijiste- Estabas acostumbrada. ¿Amás a tus hijos Antonella?
El periodista se permite poner en cuestión el afecto de la madre hacia sus hijos
Antonella: -Sí.
GO: -Repetilo, mirá a la cámara y decile algo a tus hijos.
Llorando, la chica les habla. Este tratamiento de la información conocido como “espectacularización”, es decir el uso de recursos de forma y fondo que apelan a las emociones fuertes y al drama, tiene que ver con una lógica de mercado que se va amparando de muchas producciones:
“Cada vez con mayor frecuencia e intensidad, los conductores y reporteros editorializan y adoptan tonos de voz altos y rápidos, con énfasis dramáticos. Las noticias privilegian la personalización, la dramatización y la fragmentación en la cobertura de los acontecimientos, sean de política, espectáculos o deportes. El énfasis en lo actual y lo inmediato provoca pérdida de contextualización; la información se empaqueta con efectos visuales como cámaras subjetivas, música dramática, tomas cortas y rápidas, cámara lenta, efectos de sonido y recursos de diseño y edición. Este fenómeno tiene una clara vinculación con la tendencia creciente en los medios de comunicación hacia el infoentretenimiento, es decir, la combinación y fusión de la información con el entretenimiento (Lozano, 2000; Radunski, 1999). El objetivo fundamental es atraer audiencias normalmente no interesadas en el seguimiento de los noticieros televisivos y reforzar el interés de las previamente interesadas. En el proceso, las noticias se transforman en espectáculo, se trivializan, se presentan como piezas dramáticas, chuscas o sensacionalistas que lejos de interpelar a los televidentes como ciudadanos, los conciben como consumidores y como puntos de rating”(11).

Luego sigue una entrevista telefónica a Juan Pablo, hermano del agresor y cuñado de la víctima.
Juan Pablo describe a su hermano como un “psicópata manipulador”.
“Si bien no hay un perfil del varón violento hay características que se repiten con frecuencia: ellos adoptan una conducta disociada. Son equilibrados, cálidos, conciliadores en público, y amenazantes, agresivos emocional y/o físicamente, en privado. Esta conducta, por supuesto, potencia la incredulidad del mundo frente al relato de la mujer víctima”(12).
El cuñado de Antonella revela entonces que Ernesto había violado a las hermanas que tienen en común, y dirigiéndose a ella le reprocha:
-“Nunca entendí como vos, Antonella, podrías estar con un tipo así. ¡Cuidá a tus hijos, Antonella, priorizalos, son niños, los niños tienen que estar felices”.
La joven no deja de llorar y visiblemente se siente culpable.

Muchas veces, la premura por informar sobre un hecho de violencia lleva a consultar a vecinos o allegados que, o pueden ser parte interesada, o sugerir hipótesis sin tener conocimientos demasiado certeros de lo que ocurre con la pareja y/o del ciclo de la violencia. Otras veces, suelen aparecer «opinólogos/as» que sólo anhelan su «minuto de fama» en los medios(13).

El conductor se dirige a la joven y le pregunta si ella sabía que el padre de sus hijos había violado a sus propias hermanas. Antonella dice que lo desconocía.
GO: -¿A vos te violaba?
Plano sobre la joven. Y en este caso la espectacularización, ya adquiere una connotación de mayor violencia, morbosidad y escaso respeto por la intimidad de la mujer que se muestra desconcertada ante esa pregunta.
GO: -“¿En qué circunstancias? ¿Te ponía sobre la pared? ¿Te violaba? ¿Con fuerza?”
Antonella: -Sí, me obligaba.

Intervención de Juan Manuel Brindisi:
-“Hay errores comunes que aparecen en estos casos, que es el problema que tiene la mujer para asumir el fracaso” ¿Cómo me voy a separar si mis padres tuvieron una familia hermosa?”. Estos son muchas veces los costos que se pagan por no asumir un fracaso a tiempo.

Dirigiéndose ahora a Antonella: -“Vos cada vez guardaste más silencio para no asumir este fracaso, para no contarle al círculo, a los amigos, a la familia que capaz te habían dicho: ¿Viste que yo te dije?…
Y concluye: -“Si se rompe el silencio se puede pedir ayuda muchísimo antes y es peor no asumir un fracaso a tiempo que tener que estar pasando por estas circunstancias. Porque como hoy faltan los chicos, capaz no sabés si “en un ataque de violencia” estarías faltando vos también”.

Nuevamente se asiste a una reculpabilización de la víctima y seguidamente el psicólogo le pregunta: “¿Qué pasó con vos Antonella?”, pregunta propia de un espacio terapéutico que requiere de un encuadre específico que claramente no concuerda con la lógica de un espacio mediático.

La pregunta que sigue “¿Por qué no lo paraste antes?” también debería ser trabajada en otra instancia, ya que este ámbito lo único que provoca es el quiebre emocional y la angustia de la entrevistada en pos de espectacularizar el caso.
González Oro insiste: “Yo quiero que a partir de ahora no busques la responsabilidad en el otro, sino que busques tu propia responsabilidad, porque vos también sos responsable de esto. Yo te siento responsable también, porque si me decís “esto fue producto del amor” (…). Nunca lo amaste, lo usaste como una tabla de salvación para irte del pueblo. Estos son los resultados”.

El periodista justificaría aquí “por amor” la situación de violencia de la que fuera objeto esta joven mujer.
En síntesis, esta extensa entrevista, en directo y sin protección de la identidad de la víctima, cargada de insidiosas preguntas acerca de “los motivos” que el agresor tendría para golpearla y la constante espectacularización de los hechos conducen a la sobre-exposición de una mujer en estado de extrema vulnerabilidad, propiciado esta vez su revictimización por parte de la conducción periodística y de los y las responsables del programa.

Emisión del día 3 de junio

Al día siguiente, en “Los Unos y los Otros” se mostró cómo el niño y las niñas reaparecen, luego del operativo que a partir del programa fuera montado en el barrio de Flores. De manera que en esta nueva emisión se hace énfasis en el reencuentro con su madre, en su presentación ante la audiencia, en el análisis por parte de especialistas y panelistas acerca su intimidad familiar, en las conjeturas y exposiciones de las supuestas equivocaciones de las mujeres de la familia (Antonella y su madre), como también, en las hipótesis y suposiciones diagnósticas de la salud mental de todo el grupo familiar y del niño y las niñas en particular.

Con respecto a ello, es necesario aclarar que si bien la producción del ciclo pudo resolver parte de la situación contribuyendo a la localización del niño y de las niñas como también permitiendo que él y ellas se reencuentren con su madre; desde esta instancia debe mencionarse que el tratamiento realizado en cuanto a la niñez, presenta incumplimientos respecto de lo establecido por la Ley Nº 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las niñas, los niños y adolescentes, al mismo tiempo que no se adecua a ciertos criterios de calidad necesarios a la hora de informar con responsabilidad sobre niñez y adolescencia.

En el contenido emitido este día se observa una constante exposición de los/as niños/as, ya sea mediante registros de su imagen o de relatos y conjeturas acerca de su intimidad y vida privada.
El primer tipo de exposición se concreta en las fotografías, proyectadas en las pantallas ubicadas en el estudio o en pantallas de teléfonos celulares, mostrados en detalle. A diferencia del día anterior, en el que las mismas eran vitales para encontrarlo/as, aquí desaparece esa función de las imágenes y sólo se sobreexpone al niño y a las niñas.

Lo mismo sucede con las grabaciones emitidas reiteradamente que muestran el momento del reencuentro en la puerta de la comisaría Nº 38 de la Policía Federal, a altas horas de la noche y frente a las cámaras de la producción. Aquí se observa el llanto desconsolado, una intensa angustia y una comprensible confusión por lo padecido.

En tercer lugar, también se registra una charla en vivo que el conductor González Oro mantiene con los/as hijos/as de Antonella en otro de los estudios del canal. Si bien es una conversación distendida en la que no se habla de lo ocurrido, de todas formas se está exponiendo la imagen de los/as niños/as.

Es evidente entonces que su identificación directa -cuando ya no es necesaria para obtener su ubicación-, en un caso de alta complejidad en lo que respecta al entorno familiar, puede afectar su dignidad. Al respecto, merece mencionarse el artículo 22 de la Ley Nº 26.061 que establece que “se prohíbe exponer, difundir o divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificar, directa o indirectamente, a los sujetos de esta ley (…) cuando se lesionen su dignidad o la reputación de las niñas, niños o adolescentes (…)”

El segundo tipo de exposición se manifiesta cuando los/as panelistas y los/as especialistas realizan conjeturas acerca de la salud psíquica de los/as hijos/as de Antonella, de lo que pudieron haber vivido con su padre y de las secuelas que dejará en ellos/as tener un padre con características violentas. Por ejemplo, en determinado momento la periodista invitada cuestiona si el niño y las niñas fueron revisado/as en la comisaría, a raíz de que Juan Pablo Rodríguez había expresado el día anterior que su hermano Ernesto habría violado a sus propias hermanas: “¿Alguno de los chiquitos fue revisado por un médico después de que los encontraron en la comisaría? Teniendo en cuenta el testimonio de Juan Pablo, porque yo lo escuché y me quedé helada.” Este tipo de preguntas resultan adecuadas en un marco judicial o terapéutico, no en un ciclo televisivo de alcance masivo en el que además, se expone permanentemente la imagen y el nombre de esos/as niños/as.

En este sentido, se emiten sugerencias, conjeturas y opiniones al aire, fuera de un marco adecuado, pudiendo dañar a la madre y a sus hijos/as sobre cuestiones que pertenecen a la intimidad familiar. En cuanto a esto, el artículo 10 de la Ley Nº 26.061 establece que “Las niñas, los niños y adolescentes tienen derecho a la vida privada e intimidad de y en la vida familiar.”

Se considera que, como se dijo anteriormente, el programa ha sido fundamental para encontrar al niño y a las niñas, sin embargo el espectáculo surgió en varias ocasiones como referencia por encima del cuidado y el respeto a problemáticas que atañen a la niñez.

El espectáculo tiene justamente las características de llevar al extremo cada detalle mórbido o tortuoso, perdiendo de vista la singularidad de cada integrante de la familia y especialmente del niño y de las niñas y el contexto social en el que la violencia de género se explicita. Finalmente, se cita el artículo 9 de la Ley Nº 26.061 que establece: “Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a su integridad física, sexual, psíquica y moral (…)”.

En este sentido y recuperando varias de las cuestiones observadas en las emisiones de los días 2 y 3 de junio de este ciclo, a modo de conclusión señalamos que el tratamiento de la situación de violencia de género que reviste este caso, contiene elementos que reproducen violencia simbólica y mediática hacia las mujeres. Esto se basa en los siguientes aspectos:

  • La sobre-exposición de una mujer que ha sido víctima de violencia de género y que se encuentra en estado de extrema vulnerabilidad, configura un tratamiento de revictimización de la misma.
  • El trato paternalista que despliega el medio sobre la víctima, ubicándose a sí mismo en el rol de garante y protector de su integridad física, infantiliza a la mujer y la ubica en una situación de inferioridad y subordinación.
  • El medio no presenta a la mujer como sujeto de derechos ni promueve un rol activo de la misma frente a la situación. No se observa cita de instrumentos jurídicos, como tampoco se facilitan los medios para establecer una red de contención.
  • El abordaje periodístico no reviste perspectiva de género ni el tema se presenta como una problemática de interés público aunque se desarrolle en el ámbito privado. Se aborda como un caso de violencia aislado y se focaliza en aspectos que tienden a espectacularizar y banalizar la problemática con el fin de generar el impacto en la audiencia.

En este marco hacemos las siguientes recomendaciones para tener en cuenta al abordar estos temas:

Respecto del tratamiento de violencia hacia las mujeres:

– En tanto que la violencia contra las mujeres es una problemática de derechos humanos, en su tratamiento debe ser prioritario respetar que las imágenes o relatos no afecten su dignidad.

– La violencia contra las mujeres es una problemática social y de interés público, por tanto su cobertura no debe entronizar el relato del episodio individual, personal y aislado, teñido de matices sensacionalistas.

– Evitar los detalles escabrosos, las descripciones morbosas y todo otro tipo de elementos o utilización de recursos que pudieran configurar un tratamiento sensacionalista, desde la musicalización, y las reconstrucciones o infografías.

– Acudir a profesionales y expertos/as en la problemática para poder cubrir desde distintos aspectos la violencia contra las mujeres, para lograr una lectura profunda y fundada de la problemática.

– No hay justificación posible a los actos de violencia que deriven de las conductas de sus víctimas.

– No apelar a construcciones tales como “Otro caso de violencia…”, “Nuevo caso de…”, puesto que su frecuente reiteración, además del tratamiento aislado de la problemática, conduce a un efecto anestesiante que banaliza la gravedad del problema.

– En algunos casos puede ser ofensivo para la victima nombrarla con diminutivos, apócopes, apodos, etc. ya que esas formas suelen infantilizarlas y subestimarlas.

– Solicitar capacitación o sensibilización sobre la problemática a los organismos del Estado que trabajan estos temas, así como a las organizaciones de la sociedad civil pertinentes o a las áreas de género de las universidades.

– Evitar que las personas afectadas por esta problemática sean convertidas nuevamente en víctimas –esta vez, de los medios de comunicación– en el momento de ser contadas sus historias.

– Tratar de indagar en las causas – sociales, culturales y económicas– por las que han sido sometidas, así como en las consecuencias sobre su salud física y psíquica, evitando estigmatizaciones a menudo vehiculizadas mediáticamente.

– Diferenciar claramente entre el agresor y la víctima a fin de evitar todo efecto de revictimización, eludir los juicios de valor sobre la situación de estas últimas.

– Adjuntar información útil que facilite la denuncia de situaciones de violencia contra las mujeres. Es importante colocar la leyenda “si sos víctima o conocés a alguien que sufra violencia de género llamá al 144 las 24 horas” tal como se recomienda en la Resolución 1222/13 del AFSCA que acompaña la promoción de la línea para que cuando se difundan noticias sobre violencia de género se inserte dicho texto como zócalo.

– Difundir mensajes que fortalezcan y colaboren con la equidad y el tratamiento igualitario de mujeres y varones.

– Utilizar un lenguaje no sexista.

– No situar a las mujeres en posición de inferioridad o dependencia.

– Cuidar el tratamiento de los temas que involucren a las mujeres, evitando acentuar prejuicios e ideas naturalizadas o degradantes.

– Omitir discursos audiovisuales que representen una imagen erotizada de las mujeres víctimas de violencia de género.

– Abordar las noticias propiciando un tratamiento con perspectiva de género y enfoque de derechos.

 

Respecto del tratamiento de niñas, niños y adolescentes:

– Implementar un abordaje que evite presentar los temas relacionados con la infancia y la adolescencia en forma sensacionalista y espectacularizada.

– Cuando niños, niñas y adolescentes son víctimas o agentes de acciones que los/as afecten (maltrato, explotación o violencia) se debe evitar identificarlos a través de la difusión de sus nombres y datos de su entorno, a menos que sea necesario para su búsqueda.

– Incluir información sobre instituciones u organizaciones donde poder recurrir para consultar o solicitar ayuda por problemáticas sociales que afecten a los niños, niñas y adolescentes.

– Utilizar diversas fuentes de información para la construcción de las noticias. Estas deberían ser confiables e incorporar la opinión de chicas, chicos en los temas que los afectan e incumben, siempre que la información brindada por ellas/os no los/as ponga en peligro.

– No utilizar imágenes de niñas, niños y adolescentes con connotación erótica, ni expresiones que asocien infancia y adolescencia con la sexualidad adulta.

– Hacer un uso responsable del lenguaje, evitar generalizaciones, estereotipaciones, descalificaciones. No discriminarlos/as.

– Se recomienda decir “niñas, niños, adolescentes, chicos, chicas, jóvenes” en lugar de “menores”

– Se recomienda decir “chicas y chicos en situación de calle” en lugar de “chicos de la calle”.

– Se recomienda decir “adolescentes en conflicto con la ley penal, jóvenes, infractores a la ley” en lugar de “menores delincuentes, jóvenes delincuentes”.

– Se recomienda decir “explotación laboral infantil” y no “trabajo infantil”.

– Se recomienda decir “explotación sexual infantil” en lugar de “prostitución infantil”.

 

Notas:

1- Disponible en: http://www.obserdiscriminacion.gob.ar/wp-content/uploads/2013/11/INFORME-FINAL-MONITOREO1.pdf

 2- Decálogo para el Tratamiento periodístico de la Violencia contra las Mujeres, Red Par, 2010. pág 13.

3- Ver Martínez, Javier: Los procesos de victimización de la violencia de género, Las Provincias, Valencia, 12 de junio 2014.

4- Decálogo para el Tratamiento periodístico de la Violencia contra las Mujeres, Red PAR, 2010, pág. 13.

5- Disponible en: http://www.obserdiscriminacion.gob.ar/wp-content/uploads/2013/11/INFORME-FINAL-MONITOREO1.pdf

6- En su último libro Maltratadas (2013), Mariana Carbajal ofrece el testimonio de varias/os expertas/os que dan cuenta de distintas aristas de la problemática así también cómo ofrece el testimonio de varias víctimas que ahondaron en aquello que les sucedió. Ver, Carbajal, Mariana, Maltratadas. Violencia de género en las relaciones de pareja, Editorial Aguilar, Buenos Aires, 2014 y entre otros trabajos es relevante el realizado por la Casa del encuentro (2011) Por ellas… 5 años de informes  de  femicidios, Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, Buenos Aires, La Casa del Encuentro. Disponible en http://media.wix.com/ugd/71689c_b0a552a3b8db456cb4b5a8e1178cda14.pdf

7- Decálogo para el Tratamiento periodístico de la Violencia contra las Mujeres, Red Par, pág 14.

8- OPS, Programa Mujer, Salud y Desarrollo. Ruta Crítica de las mujeres afectadas por la violencia intrafamiliar en América Latina. Estudios de casos de diez países, 2000, pág. 89.

9- Disponible en: http://www.obserdiscriminacion.gob.ar/wp-content/uploads/2013/11/INFORME-FINAL-MONITOREO1.pdf

10- Decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra las mujeres, Red PAR, pág 15, 2010.

11- Lozano Rendón, José Carlos: Espectacularización de la información en noticieros televisivos de Canadá, EEUU y México.

12- Decálogo para el Tratamiento periodístico de la Violencia contra las Mujeres, Red PAR, 2010, pág. 14.

13- Ibídem, pág. 15.