Julio 2012

En diversas oportunidades, desde el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión hemos sostenido que los medios de comunicación cuentan entre sus funciones con la socialización, razón por la cual tienen una gran responsabilidad. Los medios pueden producir y reproducir estereotipos y prácticas discriminatorias, además de transmitir ideas erróneas sobre los distintos sectores que forman parte de nuestra sociedad.

A raíz de distintas consultas y reclamos recibidos durante los últimos días de junio, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión analizó varios segmentos de noticieros televisivos que informaron sobre el femicidio en Santiago del Estero de Fabiana Raimundi, una maestra jardinera, cuyo  cadáver fue hallado el día 15 de junio de 2012. En términos generales, los programas televisivos coincidieron en encuadrar el homicidio como un “rito satánico”, vinculado en forma confusa con rituales que, acorde muchas de estas versiones, serían propios de una de las religiones africanista, la religión umbanda.

A efectos de evitar comunicar y vehiculizar discursos discriminatorios, desde este espacio brindaremos algunas pautas para trabajar desde el paradigma de una comunicación inclusiva y no discriminatoria.

Las religiones en los medios de comunicación (1)

La historia argentina se encuentra ligada indisolublemente a las corrientes migratorias de diverso origen. Comunidades de diferentes países llegaron con sus tradiciones, su lengua y su fe, dando al país, junto a los pueblos indígenas, un inconfundible sello plural y diverso. En la Argentina hoy coexisten más de 2.500 cultos oficialmente reconocidos.

Sin embargo, el Plan Nacional Contra la Discriminación, explica que pese a la existencia de diversas religiones en el seno de la sociedad argentina, algunas muy arraigadas y ligadas al fenómeno de la diversidad de pueblos que la compusieron y continúan integrándola, los medios de comunicación suelen replicar únicamente que la inmensa mayoría de las/os habitantes de la Nación Argentino practican la religión Católica Apostólica Romana. Toda alusión a la diversidad de religiones y a una religión distinta de la Católica Apostólica Romana es considerada como “otras”, “diferentes” a la “norma” y caracterizadas como “marginales” o “reducidas” y “no convencionales”.

Asimismo, es habitual que se mantenga una sutil relación entre viejos y nuevos estereotipos: pervive un marcado antisemitismo, sumado a una fuerte islamofobia, etc. Las formas de discriminación hacia la espiritualidad indígena se presentan en la folklorización o la invisibilización total. Asimismo, las nuevas formas de religiosidad de los sectores populares son automáticamente caracterizadas de “sectas”.

En el caso particular de las religiones africanistas, suelen aparecer en los medios vinculados con el delito o con ritos satánicos que incluirían el sacrificio de personas.

Las religiones africanistas

Las religiones de matriz africana, y en este caso, la umbanda como Afro-americana tiene sus comienzos en tierra americana, cuando los barcos esclavistas provenientes del África, trajeron innumerables cantidad de esclavos/as. Los/as mismos/as fueros arrebatados/as de sus hogares, tribus, etc., en forma compulsiva y criminal, bautizándolos/as en forma imperativa por la Iglesia Católica Apostólica Romana de la época colonial.

Para salvaguardar la riqueza espiritual que trajeron de sus lugares de origen, entre otras estrategias, desarrollaron un sistema al enmascarar sus ritos detrás de las costumbres coloniales portuguesas y la mística católica romana de la época, siendo la transmisión oral la única forma por la que llega hasta nuestros días.

La religión africanista tradicional contiene los postulados del cuerpo sagrado de Ifa, reconocido como patrimonio tangible de la humanidad por la UNESCO, conserva toda su esencia primigenia monoteísta.

Dentro de las variantes de la religión tradicional, podemos encontrar:

●    Batuke: contiene mitos, ritos y símbolos sagrados. Se desprende de su tronco tradicional, con algunas variantes, dado que aquellos/as esclavos/as que llegaron al Brasil, Uruguay y Argentina, tenían varias etnias en una misma hacienda, zenzala (lugar de vivienda), pueblo etc. De esta convivencia y sus creencias monoteístas en Odumaré (Dios) y en los orixás: Òxún, Yemonjá, Ògúm, Shangó, Oyá, shalá, etc. (elementos intermediarios de la naturaleza).
●    Umbanda: contiene cinco raíces que son: Africana, Espirita, Católica Apostólica Romana de la época, tradición amerindia y elementos del colonialismo portugués; logrando, a través de sus mediuns reconectarse con su ancestralidad, consiguiendo así conservar su tradición en el cono sur de América. Contiene, dentro de su legado, mitos, ritos y símbolos. Sus contenidos son la base de la moralidad y la ética que, en una constante entre el amor, respeto y caridad, transmiten, continuamente, mensajes en dirección a la evolución de las personas. Dentro de esta variante y con una misma intención se encuentra la “Kimbanda”.
●    Santería de Osha: esta variante del Africanismo, ingresa a Brasil, Uruguay y a nuestro país desde Cuba, por medio de los/as esclavos/as. Contiene “un Libro Sagrado” llamado Cuerpo de Ifá”. Es considerada una de las variantes religiosas que más se expandió por el mundo entero y conserva su lenguaje sagrado, el “lucumí”, que engloba las varias lenguas de las diferentes etnias que ingresaron al país. Contiene ritos, mitos, leyendas y símbolos sagrados.

La Religión Tradicional Africana y sus variantes, tienen en común “la música”, con sus típicos tambores, consideradas para todas “Mantras”, Loas (rezos), específicos para cada orixá. Contienen días para sus festividades y todas mantienen un sistema de clan (familia). Los seres que toman contacto con esta religión están en búsqueda de un saber espiritual para mejorar su calidad de vida, ya que son sus ineludibles fundamentos el resguardo de la familia, las buenas costumbres y el respeto por los mayores. En todas existen grados iniciáticos.

El Registro Nacional de Cultos, en la órbita de la Secretaría de Culto de la República Argentina, tiene registrados 66 cultos que incluyen en su denominación la palabra umbanda. Como explicamos más arriba, el umbanda es solamente una de las variantes de la Religión Africana Tradicional.

La supuesta peligrosidad de las religiones africanistas y el colectivo afro

El protocolo del Área Queer sobre discriminación y medios de comunicación indica que los medios suelen vincular “ciertas formas de asociación y grupos con la percepción del crimen. Este mecanismo hace que los individuos se perciban como posible blanco de ataques, o sea, se conforma una experiencia de riesgo colectivo que habilita el reclamo de control y represión sobre esos grupos.” (2)  En el caso de las religiones africanistas, los supuestos “sacrificios humanos” son presentados como parte de los rituales de estas religiones, lo cual es incorrecto.

Los medios pueden producir y reproducir términos, imágenes y tramas discriminatorias, ya sea como burla, insulto, menosprecio o condescendencia respecto de un determinado colectivo, o a través de descripciones, narraciones o argumentos que colocan a los colectivos, sus símbolos, sus rituales, su vestimenta, elementos o costumbres características en escenas o situaciones que los muestran como “extraños”, “problemáticos” o “peligrosos”. También resulta estigmatizante la aparición de términos e imágenes que sin ser “abiertamente discriminatorios” resulten ofensivos por sus efectos sobre la caracterización y la valoración de un colectivo determinado y sus prácticas (estereotipos).

En el tratamiento de la noticia analizada en esta ocasión varios noticieros relataban los hechos utilizando imágenes de rituales y ceremonias de las religiones africanistas, extraídos de archivos, que no se corresponden con la noticia que están tratando. Por otra parte, en varios medios, el hecho se presentó como un “rito satánico” o un rito “umbanda”, términos utilizados prácticamente de forma intercambiable o como sinónimos.

Desde el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión consideramos que es habitual la aparición de tramas o narraciones que colocan a las religiones africanistas como causa de problemas sociales como la violencia y el delito y también como  responsables de situaciones de peligro para la “moral” o la “seguridad personal”. Este fenómeno se conoce como “criminalización” de grupos o movimientos. También es habitual señalar a estas religiones como extrañas u opuestas a la “cultura de la Nación Argentina” o a los “intereses nacionales”. En este sentido, cabe recordar, que estas religiones están enraizadas profundamente con la historia de nuestro país, como se señala más arriba. Por último, nos parece importante señalar que muy pocos noticieros abordaron la noticia como un nuevo caso de femicidio, producto de la violencia de género.

Recomendaciones Generales

●    Que no se utilicen imágenes, símbolos o prácticas y rituales asociadas con el africanismo para producir enunciados que adviertan respecto de “peligros” potenciales de vincularse con personas o agrupaciones que involucren africanistas.

●    Que no se identifique a sujetos, asociaciones y modos de agrupación con escenas de criminalidad a través de enunciados que enlacen casualmente situaciones delictivas con la condición de africanista de alguno/a de los/as involucrados/as.

●    Siendo la umbanda una religión practicada por habitantes de la Argentina, se recomienda que los distintos medios de comunicación (radiales, televisivos, etc.) no identifiquen esta religión con algo ajeno a nuestra cultura, pues vale recordar que la Argentina es un Estado de Constitucional de Derecho, donde se respeta la libertad de cultos y se promueve el respeto por la diversidad.

 

Recomendaciones concretas

●    Cuestionar los estereotipos que el sentido común establece en relación con la desigualdad y las diferencias haciendo visible que las imágenes binarias se basan en procesos ideológicos. Esta tipología es la que habilita la burla y el desprecio hacia prácticas que no responden a los parámetros de “normalidad” (varón blanco, heterosexual, de clase media). En la medida en que los estereotipos son usados para afirmar la aparente “regularidad” de una situación, hay que tener presente que limitan a las personas a un espectro restringido de actuaciones o acciones o profesiones que luego se naturalizan como “lo real”.
●    Evitar los abordajes que plantean “las dos campanas del problema” y ponen en igualdad de posición los prejuicios y enunciados discriminatorios con los no discriminatorios. Tanto la supuesta objetividad como la teoría de las dos campanas sostienen y legitiman, ideológicamente, la desigualdad de clase, la criminalización y la represión de los individuos y colectivos involucrados.
●    No desconocer ni descuidar aspectos sociales, culturales y políticos más amplios en la cobertura de las historias personales, para evitar las presentaciones naturalizadas de las identidades de géneros, clase, étnicas, religiosas, nacionales, de orientaciones y prácticas sexuales no normativas, etc.. Estas naturalizaciones no sólo invisibilizan sino que impiden la discusión colectiva sobre las condiciones en las que estas identidades se producen (por ejemplo, condiciones de pobreza, explotación, persecución, exclusión social, étnica, de género etc.). Sugerimos evitar caracterizaciones y «perfiles» que impliquen una naturalización del prejuicio, la burla y/o el insulto, o la exposición de los conflictos por géneros u orientaciones y prácticas sexuales no normativas como nota de color o pintoresquismo.
●    Considerar las designaciones discriminatorias como tales, señalarlas críticamente contra el carácter extendido y naturalizado de su uso cotidiano.
●    Consultar con colectivos involucrados cuando se informa sobre historias, experiencias o situaciones relacionadas con personas pertenecientes a esos colectivos. La inclusión de estas voces no sólo colabora con la riqueza y la complejidad de la información (es habitual que en el periodismo contemporáneo se consideren como “expertos” a los activistas de los distintos movimientos políticos) sino que permite situar la creciente supremacía que tienen los agentes de gobierno (ministerios, secretarías de estado, etc.), empresas y corporaciones en la producción de opinión pública, como legitimación de modos de autoridad y hegemonía.

 

Notas:

*Agradecemos la colaboración de Myriam Bustos del Programa de Diversidad Religiosa de Inadi.

(1) Este informe ha utilizado información disponible en el Dictamen INADI 85/2007.-

(2) Área Queer (2007). “Medios de comunicación y discriminación: desigualdad de clase y diferencias de identidades y expresiones de géneros y orientaciones sexuales en los medios de comuniación”. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. Secretaría de Extensión y Bienestar Estudiantil.