Frente a la cantidad de femicidios registrados en los últimos días, que ha merecido  la reflexión movilizadora de numerosos organismos, organizaciones sociales, personalidades y la comunidad toda, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión adhiere a la convocatoria de la marcha del 3 de junio bajo la consigna “Ni una menos!”, al tiempo que retoma algunas recomendaciones sobre el tratamiento de la violencia contra las mujeres en los medios de comunicación audiovisual.

En efecto, hemos observado algunas coberturas que presentan abordajes incorrectos a la hora de tratar temas tan graves.  Ya en otras oportunidades dimos cuenta de casos en los cuales durante la construcción del relato, por ejemplo, se corría el eje de la responsabilidad del victimario hacia el cuestionamiento de la conducta de la víctima, como si existiera una relación causal directa y justificadora de tales crímenes.

En este sentido, uno de los episodios de cobertura visualizados fue el programa “Argentina Despierta” conducido por Chiche Gelblung y Amalia Granata por Canal 26. Allí se abordó el femicidio de Gabriela Parra, una mujer que fue apuñalada en una confitería de Caballito, el 9 de abril, por un hombre quien -según divergentes versiones periodísticas- habría sido ex pareja. Para relatar el desenlace del caso, el conductor vuelve a incurrir en discursos que culpabilizan a la víctima, tal como ha sucedido anteriormente sobre las cuales este espacio se ha expedido a través de dos informes y reuniones con la producción de otros de sus programas[1].

Sin embargo, en esta oportunidad destacamos que la entrevistada y representante de la ONG “La Casa del Encuentro”, Fabiana Tuñez -así como otros dos integrantes del programa- marca un contrapunto con la postura estigmatizante que nuevamente adopta el conductor. Es decir que la producción del ciclo convoca y da lugar a una voz autorizada en el tema para derribar mitos y brindar recomendaciones a la vez que dos periodistas del equipo del programa se suman a esa conceptualización de sentidos nuevos y actualizados.

Aún así, es necesario remarcar que otros indicadores registrados en la emisión debieran ser revisados. Por ejemplo, se observan placas/titulares que dicen: “AMORES TRAGICOS: CRECEN LOS CRIMENES PASIONALES”; “OTRA HISTORIA DE AMORES TRAGICOS. ENLOQUECIO Y LA APUÑALO EN UN BAR DE CABALLITO”; “AMORES TRAGICOS: LA CITÓ EN UN BAR Y LA MATO”.

Como sabemos hoy, los femicidios no son “crímenes pasionales”, ni “amores trágicos”, sino la expresión más extrema de la violencia de la que las mujeres son víctimas.
En efecto, la ley 26.485 en su artículo 2º, establece que uno de sus objetivos es “la remoción de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres”.

Asimismo, en marzo de este año, el Observatorio realizó un informe sobre el programa de espectáculos “Bien de Verano” (BDV) de la señal Magazine, en el cual tras la muerte de Gerardo Sofovich, se revelaba que él mismo habría confesado haber citado a su ex mujer en un velero para matarla y luego suicidarse. Tal historia recibió una amplia cobertura que repetía un esquema en el que el amor o la pasión justificaban la violencia sobre otros/as, reduciendo la responsabilidad de los agresores sobre los actos violentos. Así, por ejemplo, el conductor Ángel de Brito señalaba: “Gerardo lo que quería era matar a Sofía Oleksak y después matarse él, suicidarse. Y esto habla del amor que tenía y la locura que le despertaba esta mujer.”

Una de las periodistas que lo acompañaba en el programaAndrea Taboada, reafirmaba esa idea: “Por eso el tema de la pasión, ¿no? Claro, enloqueció de amor.”

Y junto a otra colega, continuaron diciendo: “Yo creo que en el fondo sabían que no lo iba a hacer. Obviamente no lo hizo. Bueno, su plan era llevarla al medio del mar, matarla y matarse”.

Y luego matarse él. Por amor”.

Por su parte, durante el programa El Diario de Mariana” emitido el pasado 12 de marzo, la conductora Mariana Fabbiani, se refirió al “plan macabro de Sofovich para con Sofía. Luego una voz en off señaló “Plan criminal pasional. Final trágico, épico y hasta romántico.” Mientras que el videograph expresaba “crimen pasional seguido de suicidio”.

Se retoma la emisión de la voz en off que agrega “el amor suele precipitar la pasión, la exaltación, la ternura y el cariño. Pero también puede desencadenar los pensamientos más macabros, tenebrosos e irracionales”

En ese momento, el periodista Luis Bremer invitó a una clara reflexión: “evitemos (por segundo día) mezclar el amor, la pasión, con un plan macabro. Un plan de asesinato de una mujer”.

El informe se completa con la instalación de un móvil ubicado en el lugar donde se realizan los funerales. Uno de sus amigos más allegados se suma al debate y expresa “Yo a la tana, mi mujer. ¿Sabés cuántas veces le dije ‘te mato’?.”

Luís Bremer responde “Qué feo lo que decís”.

Nuevamente el videograph subraya “un amor marcado por los celos, la pasión y la locura”.

Sobre el final la voz en off reitera “Por su amor moría y por traición estuvo dispuesto a matar” mientras en el set se cierra el tema para definir el lugar de Sofía Oleksak: “dentro del círculo íntimo la llaman LA MINA”.

No obstante, el periodista Luis Bremer remata “porque era un círculo machista”.

Este tipo de prácticas discursivas demuestra que la naturalización de expresiones que justifican la violencia contra las mujeres a través de supuestos móviles como el amor, la pasión o los celos, continúa presente en los discursos periodísticos.

Con frecuencia, el tratamiento de los casos de violencia contra las mujeres en la TV ofrece una lógica espectacularizada en pos de llamar la atención de los/as espectadores/as y generar audiencia, en lugar de prestar un servicio de información a la comunidad.

Esto se ha visto especialmente en algunas de las coberturas realizadas sobre el femicidio de la adolescente Chiara Páez -en la ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe, el 11 de mayo- en donde el morbo desplegado en el tratamiento periodístico en torno a las circunstancias de su asesinato alcanzó ribetes alarmantes. Contrariamente al show que se hace de estas noticias, es fundamental contextualizar los hechos de violencia contra las mujeres, reparando en aquello que los hace parte de una problemática social más amplia.

En este sentido, el programa “La Cámara del Crimen” (TN) aborda cada caso en particular, calificando a estos hechos de violencia contra las mujeres, bajo la rúbrica “violencia de género”. No obstante dado que es un programa de casos policiales, la lógica que allí impera se refiere a detalles de las causas que aparecen en tanto también incitan al morbo y a aquello de trágico que cada uno de estos casos encierra.

En la emisión del pasado 3 de mayo, por ejemplo, el conductor Ricardo Canaletti al abrir el programa expresa: “Hay una forma particularmente perversa de violencia contra la mujer. Marcadas por el fuego” (…) El tema de las mujeres marcadas por varones, marcadas por fuego”. Ahora impacto!!!.

Seguidamente se observa la emisión de un video cuyas imágenes se exhiben a un ritmo vertiginoso que se refuerza con el recurso de musicalización estridente. Así se suceden fotografías de las víctimas, junto a sus agresores y testimonios de familiares y allegados/as.

A la hora de abordar la historia de Wanda Taddei, una vez más aparece la asociación entre “amor y muerte” tal como se refleja en el siguiente videograph: “La chica que amó y murió quemada”. Por su parte, el conductor realiza una dramatización sobre lo “supuestamente” ocurrido el día del asesinato. Para ello se vale de los objetos que habría utilizado el agresor (botella de alcohol, cigarrillo encendido, etc.). Así reitera y recrea una y otra vez el momento en que el agresor actuó sobre la víctima al provocarle las quemaduras. Es aquí donde la espectacularización se vuelve un recurso que prevalece en la edición del informe.

Por último, el reciente 17 de mayo, en su programa, Mirtha Legrand preguntó a una de sus invitadas, víctima de violencia de género, qué había hecho ella para merecer que su pareja le pegue. Más allá de que la conductora rápidamente se retractó, buscar en la conducta de las víctimas una justificación de la violencia machista es un lugar común de un discurso que, quienes están al frente de un programa en un medio de comunicación, deben superar.

De modo que, quienes trabajamos en el análisis mediático de estas temáticas, tal como lo hicimos a través del Monitoreo de Violencia contra las Mujeres en los programas informativos de Argentina -informe que fue acercado a distintas redacciones periodísticas- reconocemos que estos temas ahora están en agenda y que ya no son invisibilizados. También que, en varias ocasiones, estas temáticas son correctamente abordadas y se constituyen en la vía gracias a la cual una posible víctima logra ser asistida por la extensa red de canales de ayuda que existen, pero que aún no se conocen. No obstante, acercamos una serie de recomendaciones propicias para un abordaje de los femicidios que entendemos son necesarias para dar información que posibilite evitar nuevos casos de violencia contra las mujeres.

Recomendaciones[2]:

La violencia contra las mujeres es una problemática social y de interés público, por tanto su cobertura no debe entronizar el relato del episodio individual, personal y aislado, teñido de matices sensacionalistas.

En tanto que la violencia contra las mujeres es una problemática de derechos humanos, en su tratamiento debe ser prioritario respetar que las imágenes o relatos no afecten su dignidad.

Abordar las noticias propiciando un tratamiento con perspectiva de género y enfoque de derechos.

Evitar los detalles escabrosos, las descripciones morbosas y todo otro tipo de elementos o utilización de recursos que pudieran configurar un tratamiento sensacionalista, desde la musicalización, y las reconstrucciones o infografías.

Acudir a profesionales y expertos/as en la problemática para poder cubrir desde distintos aspectos las noticias sobre violencia contra las mujeres, para lograr una lectura profunda y fundada de la problemática.

No ofrecer motivos o justificaciones de la violencia contra las mujeres tales como “caminaba por una calle oscura”, “se vestía de modo provocativo”, “era muy linda y extrovertida”, etc. No hay justificación posible a los actos de violencia que deriven de las conductas de sus víctimas.

No apelar a construcciones tales como “Otro caso de violencia…”, “Nuevo caso de…” puesto que su frecuente reiteración, además del tratamiento aislado de la problemática, conduce a un efecto anestesiante que banaliza la gravedad del problema.

En algunos casos puede ser ofensivo para la victima nombrarla con diminutivos, apócopes, apodos, etc. ya que esas formas suelen infantilizarlas y subestimarlas.

Solicitar capacitación o sensibilización sobre la problemática a los organismos del Estado que trabajan estos temas, así como a las organizaciones de la sociedad civil pertinentes o a las áreas de género de las universidades.

Adjuntar siempre información útil que facilite la denuncia de situaciones de violencia contra las mujeres. Línea 144 de Contención, Información y Asesoramiento para la Violencia de Género.

Difundir mensajes que fortalezcan y colaboren con la equidad y el tratamiento igualitario de mujeres y varones.

Utilizar un lenguaje no sexista.

No recurrir al uso de estereotipos, mitos o creencias que supongan relaciones de subordinación o dominación de las mujeres por parte de los varones o que resulten degradantes y reductoras.

No situar a las mujeres en posición de inferioridad o dependencia.

Cuidar el tratamiento de los temas que involucren a las mujeres, evitando acentuar prejuicios e ideas naturalizadas o degradantes.

Omitir discursos audiovisuales que representen una imagen erotizada de las mujeres víctimas de violencia de género.

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Notas:

[1] Es el caso del informe “Las melinas”, en el cual se hace una generalización superflua y estigmatizante de la joven asesinada, Melina Romero y de todas las jóvenes que “osen” concurrir a un boliche.

[2] http://www.obserdiscriminacion.gob.ar/wp-content/uploads/2013/11/INFORME-FINAL-WEB.pdf